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martes, mayo 7, 2024

Las cadenas de televisión (1ª parte)

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Durante décadas las grandes cadenas de televisión acapararon la producción y exhibición de contenidos de ficción en México. Eran los amos y señores. Los dueños y ejecutivos de estas empresas decidían que veía la gente, que días y a que hora.

El espectro de opciones era muy reducido y controlado en su totalidad por un puñado de personas cuyos intereses y decisiones generalmente distaban mucho de lo que podríamos llamar contenidos de calidad, tanto en su temática como en valores de producción: historias, escenarios, diseños de ambientación y vestuario, así como la creación de personajes. Y por supuesto actores, fotógrafos y directores sobre los que recaía la responsabilidad en la realización del relato, en la manufactura de aquella narración que estaba destinada a consumirse masivamente.

Telesistema Mexicano fue una alianza formada por estaciones de televisión de propietarios independientes. Emilio Azcárraga Vidaurreta, tras haber creado la cadena de radio más grande de Latinoamérica encabezó el avance en la construcción de una red de televisión que comenzó con el canal 2. Al poco tiempo se amplió con otros dos canales, el 4 y el 5.  Así se creó lo que durante muchos años fue un monopolio del entretenimiento.  

El Instituto Mexicano de la Televisión, Imevisión, nació como el organismo estatal mexicano encargado de operar las estaciones de televisión propiedad del gobierno federal. Esta red incluía a los canales 13, 7 y 22. Corría el año de 1968.

Empezando la década de los noventas empezaron a correr los rumores de la posible privatización de esta cadena televisora, y fue en el año de 1991 que un nutrido grupo de académicos con importante influencia de voz pública, solicitó al presidente de la República que el canal 22 no fuera privatizado y mantuviera su línea de canal cultural.

En 1993 los canales 7 y 13 pasaron a manos privadas, ganando la licitación el empresario Ricardo Salinas Pliego. Nació entonces TV Azteca, para romper el monopolio absoluto de Televisa y formar un duopolio que permitiera al menos cierta competencia en la producción de contenidos.

Desde sus inicios la televisión mexicana nacía como heredera de un cine pletórico en el género del melodrama y la comedia, que durante las décadas de los treintas, cuarentas y cincuentas produjo decenas de producciones de gran calidad. Grandes referentes populares fueron creados con sobrada creatividad en la llamada época de oro del cine mexicano. 

La llamada pantalla chica nació para tomar la estafeta en la creación de contenidos de ficción, y daba la impresión de que tenía como referente esta pantalla grande que había generado un cúmulo muy importante de títulos que además de su masivo consumo nacional, eran objeto de una notable exportación que colocaba a los creadores del cine mexicano en el firmamento mundial; no solo en el continente americano sino también en otras regiones del mundo.

La historia, sin embargo, derrumbó estas expectativas, de las que hablaremos en la siguiente entrega. 

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