Por Tania Roque Medel
La migración es un fenómeno que en las últimas décadas se ha incrementado a nivel mundial. Cada vez, más familias asumen en riesgo de dejar los países donde nacieron. ¿Las causas? Estas pueden ser varias.
Entre ellas, destacan principalmente la búsqueda de asegurar, para sí y los suyos, una mejor calidad de vida, aunado a los crecientes problemas de violencia que se han desatado en los países que están en una constante pugna por los recursos naturales o por la presencia del crimen organizado vinculado al narcotráfico o la trata de personas.
Este fenómeno social, debe ser analizado desde diversas aristas. En primera instancia, reconocer que ninguna persona deja su país por mero capricho. Guerras, catástrofes naturales, persecución política o étnica, pobreza y violencia son, en muchas de las ocasiones las causas principales de la migración forzada de miles de personas.
México, dada su ubicación geográfica, ha sido durante años territorio de cruce de miles de personas que se han visto obligados a dejar sus países de origen. Los más, buscando el llamado sueño americano, y otros, con el deseo de conseguir empleo y establecerse en nuestra nación.
Pese a esta circunstancia, seguimos siendo testigos de una estrategia migratoria errática, situación que ahora se agrava con el uso de la recién creada Guardia Nacional para controlar la migración en nuestra frontera sur.
No desconocemos el contexto geopolítico que amenazaba desde los EEUU, con imponer aranceles a México si no se apoyaba la disminución de la migración hacia el vecino del norte. Sin embargo, se ha señalado por parte de expertos en la materia, que el uso para fines de contención de la migración, no es el objeto por el cual fue creada la Guardia Nacional, por lo que no están preparados para desarrollar esta tarea y pese a ello, tiene desplazados a más de 5 mil efectivos en los estados de Chiapas y Tabasco, en la frontera sur con Guatemala.
Este año, la primera caravana migrante que está integrada por miles de hombres, mujeres, niñas y niños, de origen hondureño, salvadoreño y nicaragüense, encontró a su paso a la Guardia Nacional.
Resulta desolador ver los videos que muestran la desesperación de miles de personas que, en su afán por cruzar la frontera mexicana, corrían sobre el río Suchiate, o por encima de una muralla de piedras que se interpuso cercana al puente fronterizo entre Guatemala y México, en el estado de Chiapas.
Es evidente que el gobierno federal deberá establecer nuevas medidas ante la inmigración internacional, dado que la política actual de retener y deportar a los migrantes sudamericanos, los ha puesto en mayor riesgo, dado que estos grupos sufren de robos, vejaciones, secuestros y extorsiones de parte de grupos criminales que operan en la zona fronteriza sur del país. La crisis humanitaria, es cada vez más grave. Y debe ser atendida desde la perspectiva de protección de las personas y respeto a los derechos humanos.
No podemos aceptar el degradante papel de ser el cancerbero de EEUU que impide, desde nuestra frontera sur, la migración a territorio estadounidense. El problema es de mayores dimensiones y debe encontrarse una solución que esté a la altura de este grave problema humanitario de índole internacional.