Por Jesús Zambrano Grijalva
Presidente Nacional del PRD
El martes de la semana pasada se registraron de manera simultánea bloqueos de carreteras e incendios de automóviles y tiendas de conveniencia en diversas localidades de los estados de Guanajuato, Jalisco y Michoacán. En ese momento, la versión del gobierno federal fue que esos hechos violentos –citados por López Obrador como “protestas”- habían sido provocadas por el CJNG luego de que elementos de la Sedena intentaran, sin éxito, capturar a uno de los jefes de ese grupo criminal.
El jueves pasado en Ciudad Juárez, Chihuahua, también sucedieron hechos violentos. Fueron escenas similares a las registradas en Guanajuato, Jalisco y Michoacán, pero lamentablemente, esta vez la violencia arrebató la vida a 11 personas inocentes. La versión oficial señala que en esta ocasión “las protestas” del crimen organizado se habrían desprendido de un motín en una de las cárceles de esa localidad.
Al día siguiente, desde su púlpito mañanero, López Obrador señaló que lo sucedido en Chihuahua era “algo que no se había presentado… porque se agredió a la población civil inocente, como una especie de represalia. No fue sólo el enfrentamiento entre dos grupos, sino llegó el momento en que empezaron a disparar a civiles, a gente inocente. Entonces esto es lo más lamentable de este asunto.”
Es importante aclarar y recordarle al presidente que no es la primera vez en lo que va de su sexenio que el crimen organizado atenta contra la población inocente, lamentablemente hay varios ejemplos de ello, como el ataque indiscriminado contra civiles que dejó 15 muertos en Reynosa, Tamaulipas, en junio del año pasado. No obstante, sí es la primera vez, luego de casi cuatro años de gobierno y de más de 130 mil homicidios dolosos, que el presidente reconoce que la violencia desbordada del crimen organizado está asesinando a población inocente.
En esta misma lógica es que varios especialistas en seguridad nacional están clasificando lo ocurrido en Chihuahua como un acto terrorista y han comenzado a utilizar el término para señalar que las bandas del narcotráfico están usando su fuerza contra civiles inocentes con el objetivo de inducir a un contexto de terror a la sociedad y ejercer presión contra el gobierno.
Lastimosamente, la jornada de violencia de la semana pasada no terminó con lo ocurrido en Chihuahua, el viernes por la tarde y de manera simultánea la violencia se desató en las ciudades de Ensenada, Mexicali, Tecate, Tijuana y Rosarito del estado de Baja California. El crimen organizado incendió autobuses y bloqueó carreteras. En esta ocasión, la versión oficial señaló que los hechos violentos estaban ligados con prácticas de extorsión al gremio de los transportistas.
Por más que las versiones oficialistas traten de desconectarlos, los hechos violentos ocurridos la semana pasada derivan de una estrategia fallida en el combate a la delincuencia y son la evidencia de que la violencia en México está desbordada.
Desafortunadamente, la respuesta del presidente, en lugar de reconocer que su estrategia ha fallado y proponer una nueva, es culpar a sus adversarios políticos y a los medios de comunicación de “magnificar” la violencia. A estas alturas resulta claro que este presidente es un presidente fracasado que no tiene la mínima honestidad para reconocer sus errores ni la capacidad para hacer frente al crimen organizado. Que no nos sorprenda que su solución para el problema de la violencia sea pactar con el narco o militarizar la seguridad pública.
Artículo publicado el 18 de agosto de 2022 en El Diario del Yaqui