Por Raymundo Moreno Romero
Las recientes elecciones en Estados Unidos han dado cuenta de dos realidades que compartimos en buena parte de las naciones occidentales: la polarización que radicaliza las posturas y abre añejas heridas, y la posibilidad de que los populismos autoritarios sean vencidos por la vía de las urnas. La victoria de Joe Biden y Kamala Harris es una bocanada de aire fresco que invita a la reflexión y a la acción, es decir, a buscar las coincidencias que permitan construir nuevas mayorías bajo la premisa de la defensa de las libertades y la democracia.
En México, en 2021 se renovarán 15 gubernaturas, 500 escaños de la Cámara de Diputados y un sinfín de Diputaciones locales y Ayuntamientos, será la elección más concurrida de nuestra historia y un parteaguas fundamental. En otras palabras, las y los mexicanos tomaremos una decisión que podría marcar el destino de al menos una generación. Se trata de entregar un cheque en blanco a la autodenominada cuarta transformación o de buscar alternativas que promuevan el diálogo y garanticen contrapesos democráticos.
Las cosas no van bien en el país. Sobrevivimos con los mayores índices de inseguridad desde la revolución mexicana, con más feminicidios y crímenes de odio; soportamos una pandemia mal manejada que ha costado al menos 100,000 vidas según los datos oficiales; padecemos una recesión económica que, de acuerdo a la CEPAL, podría incrementar el número de pobres en unos 9 millones y ha llevado a la quiebra a unos 150,000 pequeños negocios; prevalece un lacerante desabasto de medicamentos que afecta lo mismo a menores con cáncer, que a personas con VIH; observamos la estigmatización cotidiana de los medios de comunicación, los organismos autónomos y las organizaciones de la sociedad civil (OSC) que se animan a expresar su descontento; y atestiguamos un profundo centralismo que busca la asfixia financiera tanto de estados, como de municipios. Todo ello, ante la soberbia de un presidente incapaz de tender la mano y que solo escucha a sus incondicionales.
El contexto nacional exige de audacia y generosidad. Es así que nace Si por México, una plataforma que integra tanto a partidos políticos nacionales y locales, como a actores sociales, culturales, comunicadores, y a la sociedad civil organizada. Se trata de apostar por las instituciones, más allá de los personalismos, y de atemperar las tentaciones autoritarias. Se trata de promover un diálogo franco y propositivo que incluya a todas las voces y corrija el rumbo del país. Ante la disyuntiva de como enfrentar los enormes retos de nuestro tiempo, Si por México plantea una alianza de todas y todos los que creemos que un país sin libertades no es una opción. Con 6 propuestas generales y una serie de desagregados, pone en el centro del debate público a las personas y su acceso a la justicia, a una economía inclusiva, a servicios de salud y educación de calidad, a un medio ambiente sano y sustentable, a una genuina igualdad sustantiva, y a una democracia plena y plural.
Más allá de probables coaliciones electorales, mismas que ya se analizan en las direcciones de al menos 3 de los principales partidos nacionales: PRD, PAN y PRI, quienes participamos en Si por México lo hacemos con la convicción de que sólo a través de la suma de voluntades y la concurrencia de activistas, académicas y académicos, profesionistas independientes, periodistas, comerciantes, mujeres, jóvenes, adultos mayores, y todas y todos los ciudadanos que creemos en la democracia, podremos alcanzar la meta de la reconciliación y la prosperidad que nuestro país se merece. Es hora de decirle si a México.