En un mundo donde poco más de 2 mil 100 millones de personas no tienen acceso a agua potable o sistemas de saneamiento, la escasez del vital líquido se agudiza debido al cambio climático y recientemente a la pandemia ocasionada por la Covid-19. Según datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el 70 por ciento de este recurso está destinado a la agricultura, cuando casi un tercio de la población en el planeta no tiene acceso a agua potable. La ONU en 2010 declaró el acceso al agua como un derecho fundamental, es decir, todas las personas deben beneficiarse de un desarrollo sostenible y tener acceso a agua potable. No obstante, Adam Loch, profesor egresado de la Universidad de Adelaide en Australia, afirmó a medios de comunicación que, a pesar de existir factores como el cambio climático, sequías, la Covid-19 o problemas en las redes de agua potable, el agua también es robada o desviada de su curso.
Bajo este contexto, el agua, en lugar de abastecer a las poblaciones, se dirige a grandes corporativos especializados en la agricultura y minería, un factor que también agravia el problema. “Entre un 30 y 50 por ciento de la sustracción del agua, es sustraído ilegalmente gracias a diversos vacíos jurídicos alrededor del modelo de explotación de este recurso”, añadió Loch. En este sentido, 3 mil millones de personas en el mundo no tienen acceso a redes de distribución. “Es difícil de precisar los porcentajes, pero sabemos que la agricultura es el mayor usuario a nivel mundial. Encontramos que esa extracción o consumo se realiza sin que exista el derecho legítimo”.
Según el ensayo “Gran robo de agua” publicado en la revista Nature por el académico, a pesar de la existencia de vacíos jurídicos en materia de propiedad y valor del agua, se puede hablar de “robo” debido a que existen actores de modelos de explotación, los cuales evitan procedimientos legales, tal es el caso que entre el 30 y 50 por ciento del recurso se puede considerar robado.
Gobiernos de todos los países han buscado llamar la atención de la población a través de actos, conferencias, campañas publicitarias y otros eventos con el fin de concientizar a la gente de no desperdiciar el líquido vital, pues las consecuencias de hacerlo podrían ser irreversibles, por ejemplo, esto aceleraría las sequías alrededor del mundo, desaparición de flora y fauna, un mayor propagación de enfermedades, contaminación y un uso descontrolado del agua.
Por otra parte, el esfuerzo de los gobiernos por abastecer de agua a las poblaciones más afectadas son ahora una prioridad. En los Emiratos Árabes Unidos, la mayor parte del país se abastece de agua desalinizada. El país árabe invierte en infraestructura y tratamiento de desalinización del agua de océanos más de 3 mil 27 millones de dólares cada año desde 2011. Otros países al no poder costear un proceso de desalinización recurren a la captura de agua pluvial, el uso de aguas tratadas en la agricultura y la recarga de los mantos acuíferos.
Con datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la escasez de agua debido al robo y desvío de agua potable afecta a todos los continentes y a cuatro de cada diez personas en el mundo; asimismo, la situación está empeorando debido al crecimiento de la población. Según la OMS, en 2025, cerca de 2 mil millones de personas vivirán en países o regiones con problemas de escasez de agua, y los recursos hídricos estarán por debajo de los 500 metros cúbicos recomendados para explotar el recurso de vital importancia para subsistir.
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