Los océanos del mundo son el ejemplo más claro del impacto de la emergencia climática, ya que absorben más del 90% del calor atrapado por los gases de efecto invernadero emitidos por la quema de combustibles fósiles, la destrucción de los bosques y otras actividades humanas. Derivado de ello, el incremento del nivel del mar, ocasionado por el derretimiento de las capaz glaciares y la expansión térmica del agua, vuelve menos densa el agua de mar y la expande, generando un severo problema en 48 países insulares y distintas ciudades costeras, puesto que su integridad como nación se verá comprometida.
“Un aumento global del nivel del mar de varios metros sería perjudicial para muchas ciudades costeras como Miami, Nueva York, Alejandría, Venecia, Bangkok, solo por nombrar algunos ejemplos conocidos. Es posible que algunos deban ser abandonados por completo, ya que no pueden defenderse “, dijo el autor Stefan Rahmstorf, del Instituto Potsdam para la investigación del impacto climático en Alemania.
Alrededor del 40 por ciento de la población mundial vive en zonas costeras, las cuales se ven amenazadas por el aumento del nivel del mar de las próximas décadas. Desafortunadamente, existen pocas medidas comprobadas que contrarresten dicha amenaza, por ejemplo, la construcción de muros a modo de barrera, dragado de costas para reconstrucción de playas o construir ciudades flotantes, son algunas propuestas para combatir la problemática, pero la búsqueda de mejores enfoques continúa.
Skylar Tibbits, profesor asociado de investigación de diseño en el departamento de Arquitectura del Instituto Tecnologico de Massachussets (MIT por sus siglas en ingles), analiza formas de aprovechar la fuerza de la naturaleza para mantener y reconstruir las islas y las costas amenazadas. El equipo encabezado por Tibbits fue invitado por Invena -consultora en ingeniería-, a las islas Maldivas para abordar la problemática el aumento del nivel del mar y los métodos usados en la reconstrucción de las islas.
Técnicas como el dragado de islas con arena del océano profundo son usadas para la recuperación de las islas, pero las implicaciones negativas como el tiempo, dinero y destrucción del medio ambiente han generado una ventana de oportunidad a los enfoques naturales y colaborativos para el crecimiento de la masa terrestre a través de la auto-organización de la arena mediante cultivos o transformación de su forma.
“En la primer visita, nos llevaron a un banco de arena recién formado. Fue increíble el tamaño 100 metros de largo, 20 metros de ancho, y 1 metro de profundidad, construido completamente solo, en cuestión de meses. Apareciendo y desapareciendo en diferentes épocas del año en función de las fuerzas del océano y la batimetría submarina” comentó Tibbits.
A través de la colaboración de Invea y el MIT se han diseñado dispositivos sumergibles basando su geometría en relación con las olas y las corrientes oceánicas, promoviendo así la acumulación de arena en áreas específicas. Se utilizaron, en primera instancia, vejigas de lona resistente a modo de rampa llenas de arena. En el segundo experimento de campo, se fabricó el mismo dispositivo, pero con membrana de geotextil.
En ambos experimentos, la forma en rampa de las vejigas provoca una turbulencia en la que se mezclan agua y arena, funcionando al mismo tiempo como un transporte de sedimentos y depositando continuamente la arena en la parte posterior. En muchos sentidos, estas estructuras artificiales se comportan como arrecifes o formaciones volcánicas, cuya geometría pueden funcionar de manera similar promoviendo la acumulación de arena.
Desde su instalación en febrero de 2019 se han recopilado imágenes satelitales, imágenes de drones y mediciones físicas, dando una indicación visual de la acumulación de arena, a pesar de ello cuantificar la cantidad de arena resulta complicado, dependiendo así de las mediciones de profundidad física tomando lectura inicial y final para realizar una comparativa, considerando el día, hora y la relación con la altura de la marea.
Con una nueva instalación de las rampas en noviembre de 2019, sumado a imágenes y medidas físicas para analizar la acumulación de arena, se ha visto una acumulación de medio metro de arena en un área de aproximadamente 20 por 30 metros. Eso es alrededor de 300 metros cúbicos de acumulación de arena, en aproximadamente cuatro meses. Aún cuando prematuros, estos resultados son prometedores.
Se pretende instalar dos rampas más a finales de 2020 y en 2021 en Maldivas, teniendo como objetivo la creación de estructuras sumergibles adaptables al dinamismo del clima. A largo plazo se pretende escalar y adaptar este enfoque a países insulares y zonas costeras densamente pobladas, estimulando su reconstrucción geográfica y devolviendo la estabilidad a la población de los mismos.
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