La oposición baila al son que le toquen
Por Saúl Loera
Todo el fin de semana los opositores al gobierno se hartaron en burlas, memes y críticas al supuesto logotipo del nuevo aeropuerto Felipe Ángeles. Ahítos, aun retozaban cuando nos enteramos que las autoridades de Salud sumaban más de 2 mil nuevas muertes a la cifra de muertos por Covid 19; una vez más la estrategia de comunicación del gobierno había hecho caer a la oposición en el garlito de la distracción.
Si durante los últimos días se han presentado más de 2 mil nuevas muertes, luego entonces los datos de la Secretaría de Salud son falsos e incompletos, y si este es el caso; es falso que la pandemia esté cediendo y los semáforos en amarillo de varios estados de la república son fabricados. ¿Y la oposición? Bien gracias, regodeándose en descalificaciones al gobierno por el famoso logotipo.
Mientras tanto, el presidente de la república anunciaba en Twitter que regresaba de violar la ley electoral, haciendo reuniones en Morelos y Puebla. Por su parte, la gasolina seguía rozando precios históricamente altos y Salgado Macedonio amenazaba al INE con boicotear las elecciones en Guerrero si no le regresa su candidatura. ¿Y la oposición? Bien gracias, gozando jocosamente por la “ineptitud” de un gobierno incapaz de diseñar un logotipo.
Es un gag mil veces repetido por este gobierno y ante el cual la oposición reacciona increíblemente bien. Como en un sketch de El gordo y el flaco: uno se agacha y el otro sabe que debe lanzar un puñetazo al aire. Si un grupo de personas agrede verbalmente al presidente durante un vuelo, al otro día aparece un tipo en la mañanera, logrando milagrosamente llegar hasta él, para pedirle ayuda. Y así opera siempre la comunicación de este gobierno. Si aparece un dato negativo de la economía, seguro en la mañanera el presidente se irá contra un periodista o medio de comunicación. Si sale un nuevo caso de corrupción, al otro día en la mañanera, se hará un anuncio escandaloso contra algún expresidente o se dará a conocer una nueva, y en apariencia absurda, iniciativa de gobierno.
Por supuesto, el que la oposición reaccione y responda con duras críticas resulta fundamental para que la estrategia funcione. Primero, con ello se “demuestra” que hay una mafia afectada en sus intereses que desea descarrilar a “la 4T”. Segundo, consigue el apoyo y unidad de sus seguidores al presentarse como víctima. Tercero, logra que se hable de lo que él desea y se olviden temas punzantes para el gobierno. Es el modus operandi, Andrés Manuel en persona lleva años practicándolo, y ahora en el gobierno, Jesús Ramírez, el encargado de la comunicación, lo ha perfeccionado.
“Lo que resiste, apoya”, se decía en los tiempos del viejo PRI, cuando las mismas autoridades reconocían lo fundamental que les era contar con grupos opositores. Será porque justo un miembro del viejo PRI ahora despacha en Palacio Nacional, pero la estrategia ha regresado y funciona mejor que nunca. Lo misterioso es por qué la oposición sigue cayendo en el garlito. Periodistas, políticos e intelectuales brillantes viven atrapados en esa dinámica sin lograr dejar de reaccionar como acto reflejo, ante la menor provocación.
Cuando se dio a conocer la publicidad de la alianza opositora “Va por México”, parecía que por fin habían comprendido la necesidad de dar propuestas, de ofrecer un “Sí por México”, en lugar de un “No” a López Obrador. La necesidad de dejar de cumplir la función de ser la oposición del presidente,
de salirse de esa estrategia y ser una alternativa. Pero ahora en sus anuncios, se repite tres veces la palabra “Morena” y sólo una “Va por México”, ¡parece publicidad pagada!
La comunicación del gobierno es deliberadamente provocadora y está diseñada para generar ese efecto. Y no sólo su comunicación, muchos actos de gobierno, pero mientras la oposición no comprenda que oponerse de manera furibunda a cualquier ocurrencia, lejos de generar conciencia en la ciudadanía, lo hace parte del sketch televisivo presidencial, seguirá siendo utilizada para que surta efecto dicha estrategia.
Ojalá comprenda que para que el sketch del supuesto logotipo del nuevo aeropuerto, o cualquier otro gag de pastelazo funcione, se requiere de un patiño que se preste para hacer lucir al cómico principal.