Por Jesús Zambrano Grijalva
Presidente Nacional del PRD
El viernes pasado la Secretaría de Hacienda envió al Congreso la propuesta del Ejecutivo del Paquete Económico 2024 que en esta ocasión tiene una relevancia particular, por al menos dos razones: es la última elaborada por la actual administración; y, será para un año de elección presidencial.
En ese sentido, no es casualidad que este gobierno, que durante los años anteriores se había jactado de mantener políticas fiscales conservadoras (“estables”), ahora esté proponiendo el déficit público más alto desde 1988.
Esta sorpresiva y drástica propuesta ha provocado que expertos en materia económica estén alertando que este endeudamiento histórico puede derivar en una crisis. Incluso la calificadora Moody’s ya ha advertido públicamente sobre la posibilidad de bajar la calificación crediticia de México derivado de este déficit fiscal récord.
Ante estos señalamientos el secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, tratando de atenuar las críticas, ha declarado que el endeudamiento para cumplir las prioridades de López Obrador no representará un riesgo para la estabilidad económica.
Esta postura del secretario es reveladora porque reconoce que sí hay endeudamiento -cosa que este gobierno nunca había aceptado- y porque lo justifica diciendo que es para cumplir las prioridades de López Obrador.
Aquí la pregunta es ¿Cuáles son esas prioridades? Tristemente no es el acceso a la salud para los 50 millones de mexicanas y mexicanos que carecen de estos servicios, ni es combatir al crimen organizado, que durante lo que va de este sexenio ha dejado a más 160 mil familias enlutadas, ni mucho menos es mejorar los libros de texto o reabrir las escuelas de tiempo completo. No, las prioridades del presidente no son esas y el endeudamiento no es para eso.
Si uno revisa el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación que integra el Paquete Económico 2024 podrá cerciorarse que el apartado de proyectos prioritarios viene encabezado ni más ni menos que por el Tren Maya que nos habían prometido que costaría 156 mil millones de pesos; sin embargo, para 2024 están proyectando otorgarle un presupuesto de 120 mil millones de pesos para terminar su construcción, lo cual se sumará a los casi 360 mil millones de pesos que ya le han sido otorgados en años anteriores. De este modo, la obra faraónica de López Obrador nos terminará costando casi 500 mil millones de pesos, tres veces más de lo presupuestado inicialmente. Lo mismo pasa con la refinería Dos Bocas que sigue sin refinar, y con el aeropuerto AIFA que no tiene vuelos. Ahí, en esas prioridades está gran parte del endeudamiento.
Pero en la postura del secretario hay una tercera y escalofriante revelación: En 2020 México tenía la capacidad de endeudarse para enfrentar de una mejor manera la pandemia y sus estragos sin poner en riesgo la estabilidad de las finanzas públicas y este gobierno decidió no hacerlo. ¿Cuántas vidas, empleos y negocios pudieron haberse salvado si este gobierno -que se dice de izquierda y el más humanista de nuestra historia- hubiera decidido ocupar la deuda en aquel momento?
Peor aún: hay una reducción de casi 100 mil millones de pesos al sector salud, como si no hubiera carencias qué atender en medicamentos y mejor atención y servicios en clínicas y hospitales del sector público. Esto al mismo tiempo que incrementó el gasto en programas que manejarán las estructuras de los mal llamados “servidores de la nación”, quienes amenazan a la gente con que, si no votan por los candidatos de Morena, esos programas sociales desaparecerán.
López Obrador ha decidido endeudar al país en su último año de gobierno, en el año que se llevarán a cabo las elecciones concurrentes más grandes de nuestra historia, con la clara y cínica intención de comprar votos y cumplir sus caprichos faraónicos paara imponer en el poder a su títere: Claudia Sheinbaum.
Artículo publicado en el Diario del Yaqui el 14 de septiembre de 2023