La confirmación casos en México eleva la probabilidad de que el contagio se propague en los próximos días y se tomen medidas de contención, un riesgo a la baja para el crecimiento económico de México por su papel como gran manufacturero a nivel mundial.
Asimismo, la moneda mexicana cerró febrero 2020 con una pérdida mensual de 4.06%, cotizando alrededor de 18.61 pesos por dólar estadounidense.
Las pérdidas se concentraron en las últimas dos semanas del mes en las que el peso se depreció 5.76% o 1 peso y 7 centavos, luego de alcanzar un mínimo en el año de 18.5237 pesos el 17 de febrero 2020.
En medio de los riesgos por la propagación del coronavirus, el Banco de México (Banxico) señaló que implementaría una política monetaria prudente ante la rapidez con la que están cambiando las condiciones financieras.
Para el caso de Estados Unidos, el S&P 500 registró una caída semanal de 11.49% a 2,954.22 unidades, mientras que el Dow Jones perdió 12.36% hasta 25,409.36 puntos.
Ante esto, la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos bajó las tasas de interés el 3 de marzo 2020, ante la emergencia diseñada para proteger a la economía del impacto del coronavirus. Mediante un comunicado, la Fed aclaró que la reducción en las tasas de medio punto porcentual a un rango objetivo de 1.00 a 1.25% se da como medida de protección ante la contingencia.
No obstante, en febrero se observó un fuerte incremento en la percepción de riesgo ante la propagación de coronavirus, el cual hasta ahora las cifras son de 84,110 personas en 63 países, llevando a 2,871 personas a la muerte.
Dado el aumento de riesgo perseguido por los inversionistas, el oro cerró febrero 2020 cotizando en 1,580.81 dólares por onza, equivalente a una contracción pequeña de 0.96% sucedida durante la última jornada del mes, debido a una venta de este metal para obtener mayor liquidez y así cubrir llamadas de margen en otros mercados financieros a raíz de las fuertes pérdidas reportadas para cerrar febrero en gran parte de estos.
Finalmente, se espera que cualquier caída de la actividad económica posiblemente sea de duración corta, pues los diferentes gobiernos sacrificaran objetivos fiscales y los bancos centrales se verán obligados a mantener su política monetaria acomodaticia ante la contingencia del coronavirus COVID-19 para evitar mayores afectaciones en los mercados.