Romper una piñata es la acción divertida que libera las ansias de la colectividad por destruir el mal y recibir el bien. Es liberar la frustración de pegarle a ciegas a ese objeto colgante que se burla zangoloteándose en el aire y sintiéndose intocable.
Romper la piñata es el resultado de la fuerza que acumulan los palazos y que finalmente la quiebra o le hace hendiduras que la destruyen. El mal que esconde la piñata detrás de su figura, sea una estrella con siete picos (que simbolizan los pecados capitales) o la representación de un animal o un personaje de ficción, libera el bien para el colectivo que ansioso recibe sus frutos, dulces y alegrías.
La piñata que rompen afanosamente niños, niñas, jóvenes y adultos en las posadas decembrinas cobrarían un sentido social si les agregásemos un motivo de lucha para romper el mal y obtener el bien. Esta idea, que no es nueva, es extraordinariamente didáctica si el juego lúdico se pudiera convertir en un tema de reflexión social, que construya conciencia sobre los sucesos del acontecer cotidiano.
En ese sentido quiero pensar que romper la piñata con la imagen de un personaje público con poder (presidente, diputados, funcionarios públicos, clérigos, delincuentes o personajes discriminadores), podría ser la catarsis colectiva de quienes en su cotidianeidad sufren los efectos de las malas decisiones de los representados en las piñatas.
El cántico cadencioso de “dale dale dale, no pierdas el tino, porque si lo pierdes, pierdes el camino”, con los ojos tapados y con un palo en la mano, podría traducirse como la terrible metáfora del ciudadano extorsionado, de la mujer violada, del niño burlado, del indígena discriminado, del gay apedreado, que ansiosos golpean a su verdugo por las desventuras de su vida cotidiana.
Al igual que los diablos de cartón que se queman en época de Semana Santa con la figura de personajes públicos –Salinas ha sido cliente frecuente de esta festividad por varios años y hoy Obrador toma la delantera-, darle duro a la piñata significa romper al mal político, al delincuente, al funcionario corrupto, al sacerdote violador o al personaje odiado; es una suerte de venganza colectiva que permite liberar los sentimientos de impotencia y desolación del ciudadano común.
Otra forma de uso didáctico a esta tradición sería usar los siete picos de la piñata tradicional con un concepto detestable por la sociedad y escribirlo o representarlo con imágenes: corrupción, discriminación, machismo, violencia, misoginia, racismo, homofobia, bullying, clasismo, desigualdad, pobreza, etc. Sumar los glpes y acabarla a palazos hasta romperla puede ser la culminación feliz de una lucha colectiva que rechace esos males.
Con ello, además de divertirnos, nuestros palazos tendrían un sentido de lucha. Tal vez contribuiríamos a tener una mayor conciencia de los males que aquejan a la sociedad, en particular a quienes son vulnerabilizados por sus diferencias, además de tener una actitud solidaria para quienes sufren la exclusión.
Es probable que pegarle a las piñatas libertarias, como me gusta decirles, podría generar discusión sobre lo que opinamos de quienes ostentan el poder y no les podemos decir nuestro sentir por su sordera y por estar en la estratósfera del poder, donde no se ve ni se escucha el sentir popular.
Sería deseable que esta actividad nos una en un propósito discursivo que comunique y divierta, como sucede con las calaveritas en Día de Muertos, esas rimas mortuorias que expresan frustraciones, críticas o simpatías hacia los vivos y las vivas.
Después de todo qué sería de México sin el sentido del humor, ése que no está privatizado ni tiene derechos de autor, sino que vive en lo social a través del sarcasmo popular que expresa lo que nos duele, nos lacera y nos hunde en la más terrible de las desesperanzas.
Reirnos de nuestro dolor en el relajo de la fiesta y surtir a palazos al opresor representado en una piñata nos puede liberar del tedio político de todo el año y aportarnos reflexión y conciencia sobre la defensa de nuestras derechos como ciudadanos y ciudadanas.
¡Rompamos la piñata del mal gobernante y de los cánceres sociales en estas fiestas decembrinas!
¡Feliz fin de año!
@antoniomedina41