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lunes, noviembre 25, 2024

Morena y sus prácticas orwellianas

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Por Antonio Medina Trejo 

Cuando inició este sexenio escribí un artículo en el que planteaba que la llegada de morena al poder político del país estaba resultando ser un reflejo de la fábula de La Rebelión en la Granja, que publicó el escritor inglés George Orwell en 1945 en la que relata cómo los animales de una granja luchan contra la opresión de los humanos y se rebelan logrando obtener el control de esa diversa comunidad de animales que vivían oprimidos. 

Para sortear las vicisitudes de esa lucha libertaria se requirió de liderazgos inteligentes y de la fuerza colectiva para derrocar a los opresores. Los cerdos se encargaron de ser los estrategas y el resto de los animales, dependiendo de sus destrezas, fuerza o inteligencia, se coordinaron para tener un logro colectivo. 

Una vez derrocados los humanos, los cerdos tomaron el mando de La Granja. Apenas en el poder, comenzaron a ser igual que los humanos, a decidir sin consultar, a nombrar a los colaboradores dependiendo de los afectos y no de las capacidades; los cerdos dejaron de ver y escuchar a quienes contribuyeron con el triunfo colectivo. Muy pronto hicieron callar voces criticas o visiones disidentes, al final del relato de Orwell no se distinguía la diferencia entre los humanos y los cerdos, pues los segundos en muy poco tiempo ya actuaban igual que los derrotados. 

Esta fábula es el perfecto relato del poder despótico y de la trágica experiencia de los pueblos que se liberan de gobiernos autoritarios para una vez ganada su lucha, quienes llegan al poder comienzan a ser igual o peores que quienes ostentaron el poder, tal como lo estamos viviendo en el México de 2020. 

El presidente López, que ganó la elección del 2018 con un margen electoral incuestionable, pues la mayoría votó por él y su proyecto morena aduciendo que habría un cambio radical, al llegar a la primera magistratura del país ha actuado junto con los líderes de morena, con el autoritarismo propio de los cerdos orwellianos, que lejos de actuar a favor del pueblo que lo eligió, ha arremetido en contra de sus detractores y ha tomado decisiones que están afectando al “pueblo bueno” que creyó en él. 

Ejemplos sobran en todos los temas de la vida nacional. Las decisiones presidenciales no pasan por la racionalidad sino por el nepotismo, el compadrazgo y los intereses personales del presidente que premia y castiga dependiendo de las lealtades. Es así que su gobierno perdona la corrupción de sus cercanos y usa las instituciones de justicia y hacendarias para cuestionar y estigmatizar a sus detractores, sembrando la duda de su honorabilidad para anularlos y justificar el acoso gubernamental. 

Las decisiones del presidente no responden a un diagnóstico sino a su percepción personal que está cruzada por odios, rencores y prejuicios, por lo que en lo económico México está en la lona; los temas de salud, ciencia, arte, tecnología y educación, que tienen que ver con el bienestar del país y su progreso, López Obrador ha decidido ser él quien distribuye esos recursos vía programas clientelares, sin ningún control y sin otro propósito que buscar votos de sectores pobres para 2021 y 2024. 

La debacle de la economía por malas decisiones presupuestarias y el pésimo manejo de la crisis de salud por el Covid19, está reflejándose en un desempleo desbordado y más pobreza en las clases medias y pobres. La fuga de capitales del país ya está cobrando víctimas en todo el territorio nacional con la agudización de la delincuencia que controla estados completos sin que el gobierno tenga capacidad de contención.   

Las decisiones apresuradas, irracionales y sin reglas de operación en el actual gobierno ya han causado muchas muertes, para empezar en temas de salud con desabasto de medicamentos para personas con enfermedades crónicas como cáncer, leucemia, lupus, diabetes o VIH, ello sumado a que el Covid19 ha colapsado todo el sistema de salud. En temas de criminalidad, los muertos de este sexenio ya rebasan por mucho las cifras de sexenios anteriores. 

Ante el evidente fracaso del presidente López en su primeros dos años de gobierno, la alquimia política y las cortinas de humo han sido el pan de cada día desde su ventana  mediática de las mañaneras, donde lanza acusaciones, mentiras, injurias y amenazas en contra de quienes osan señalarle errores o críticas por sus decisiones. 

Su partido político es de pena ajena al estar enfrascado en la lucha interna por el poder. El morenismo se torna cada vez más orwelliano. Son capaces, como los cerdos de Orwell, de cualquier cosa por tener un espacio de poder, no por defender las causas que les llevaron ahí, sino por acceder a presupuestos, cargos y cuotas para los cuates. 

Ante este escenario de descomposición de morena que está destruyendo a México, y frente a las elecciones internas del 2021, se vislumbra un declive en el voto de confianza que la gente le otorgó al partido del presidente, que en su mayoría votó por él creyendo en el cambio del régimen anterior, pero la realidad es que ése régimen se niega a desaparecer y se ha mimetizado en el morenismo todos los días en todos los rincones del país. 

Frente a la evidente pérdida de credibilidad del presidente y su partido, existe la posibilidad de alianzas electorales entre partidos de oposición que logren en estas elecciones intermedias nivelar la balanza del poder político y obligar al actual gobierno y su partido a actuar con responsabilidad y profesionalismo, dos características que no ha tenido pese a las grandes expectativas que generó en 2018.

La moneda está en el aire. Se espera que en 2021 la sociedad reaccione y vote inteligentemente, con racionalidad , pues México necesita contrapesos democráticos que obliguen al gobierno y los partidos a entablar consensos que beneficien al país, no a un sólo hombre y su insaciable y destructor ego.   

@antoniomedina41 

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