EL LOBO QUE VISTE DE CORDERO
Por Arturo Prida Romero
Presidente del IX Consejo Nacional del PRD
Durante los últimos días la sociedad mexicana ha sido testigo de la incapacidad del gobierno federal para afrontar los escenarios adversos. Parece ser que el presidente Andrés Manuel supuso equivocadamente que su popularidad y su programa de gobierno eran intocables; en tan sólo una cuarta parte de su mandato, algo ha quedado claro, su popularidad y su aprobación si son susceptibles de cambiar, y ahora están más bajas que nunca y seguirán bajando ante su postura inamovible de cambiar su programa de gobierno.
En momentos de crisis e incertidumbre, pero sobre todo en tiempos de priorizar la vida humana, el planteamiento del presidente de mantener activas las obras de Dos bocas, el Aeropuerto de Santa Lucía o el Tren Maya, obras insignia de su programa de gobierno, le ha costado la indignación de un gran número de ciudadanos, las cuales nos preguntamos, ¿Para el presidente es más importante un aeropuerto que la vida de 125 millones de personas? La respuesta es clara; somos testigos de que su actuar se rige por una terquedad absoluta.
La dirección de su actuación se enfila a satisfacer su ego y demostrarles a sus opositores que sus proyectos serán su legado y por ende su prioridad, haciendo hasta lo imposible por continuar con su construcción, aunque esto signifique desproteger la salud, la economía social y sobre todo la seguridad social y laboral.
Acciones de las que el propio Milton Friedman, quien fue uno de los principales ideólogos neoliberales del siglo pasado, se sentiría más que orgulloso. Hablar de neoliberalismo, liberalismo, socialismo, capitalismo o inclusive de un capitalismo de Estado, son conceptos complejos y de los cuales existen docenas de variantes, por lo que no sería posible, dadas las dimensiones de un pequeño articulo como este, explicar cada una de ellos, ante lo cual simplemente utilizaremos el discurso presidencial del pasado 5 de abril de 2020 para delimitar lo que hace un gobierno neoliberal, el cual el mismo presidente ha nombrado como origen y causa de todo el mal de este país.
Durante el informe trimestral y plan económico para México por coronavirus del pasado domingo, López Obrador enuncio claramente algunas de las características más prominentes del neoliberalismo que tanto daño hace a la nación.
Aquí sus palabras “En nuestro país, frente a las crisis recurrentes, los gobernantes decían que ni modo, y que no había de otra, para ellos lo mejor era lo que llamaban realismo económico, que hacían siempre, contratar más créditos, rescatar a grandes empresas y bancos, convertir deudas privadas de unos pocos en deuda pública, establecer privilegios fiscales, aumentar precios de combustibles, disminuir salarios, despedir a trabajadores, eliminar o reducir la seguridad social, ahora ya no va a ser así. 2
De este engañoso discurso nos centraremos en dos puntos exclusivamente, el punto relacionado con el rescate a grandes empresas y la reducción de la seguridad social. En cuanto a las grandes empresas el presidente se muerde la lengua al hablar de que esto es neoliberal y no lo permitirá cuando en ese mismo día su plan de rescate económico incluyó la mal llamada devolución de los tiempos oficiales de radio y televisión.
¿En serio, rescatar a empresas de las más productivas y consolidadas del país era necesario? Sobre todo, cuando anunció que no existirá ningún apoyo a MiPyMEs cuando estas generan el 80% de los empleos del país ¿Por qué entonces si es importante ayudar a sortear la crisis de empresas sumamente consolidadas? ¿Qué pueden otorgarle a presidencia, que las otras cien mil MiPyMEs no? Es curioso que cuando más baja la aprobación del gobierno de la 4T y cuando se encuentran en escándalos de negligencia y corrupción, se les regale por arte de magia a quienes moldean la opinión pública, un regalo de pascua.
Algo que responde al neoliberalismo más ultra conservador, AMLO se convierte en todo lo que juro destruir, y lo hace con un discurso sumiso y vergonzoso, cuando habla de devolver, como si el espacio radio eléctrico alguna vez haya sido de ellos, ese espacio le pertenece a la nación y por ende a todos y cada uno de nosotros.
Algo que sólo había pasado en tiempos de Vicente Fox quien, en octubre de 2002 mediante decreto, redujo de 12.5% (porcentaje que se mantenía desde su creación en el 1 de julio de 1969 por el presidente en turno Gustavo Díaz Ordaz), a 18 minutos en televisión y a 30 minutos en radio (algo así como 1.25%). López Obrador ha dicho muchas veces que no se van a condonar impuestos, pero en la realidad es que con estas acciones está perdonándoselos a concesionarios multimillonarios con el único propósito real de fortalecer la lealtad de estos medios para con el presidente, y revivir así aquella época de sumisión que por muchos años imperó en los gobiernos priistas.
Esto equipara a AMLO con su acérrimo rival Fox, la única diferencia es que al menos en 2002 el presidente en turno no negó en ningún momento su ideología política, lo que si hace el actual gobierno disfrazando un gobierno neoliberal, populista y negligente en una ideología progresista de izquierda.
Por otra parte, el discurso anti neoliberal del pasado domingo dijo que mermar la seguridad social y despedir a empleados no es compatible con un gobierno de izquierda, bueno pues no tardo ni una hora para desmentir este punto, pues líneas más adelante el mismo discurso anunciaba la eliminación del aguinaldo a los empleados de la Administración Pública Federal.
Lo realmente alarmante es que, los hechos hablan por sí mismos, vivimos en un país en donde los derechos humanos, el estado de derecho, y la propia Constitución, son desplazadas por el decreto presidencial, evidenciando que en este país las leyes, aún las de derechos humanos pueden ser enterradas por el designio del presidente de izquierda más neoliberal que ha existido.
Tengamos cuidado, puesto que como dice la conocida frase de Mary Shelley, no hay mayor peligro que un lobo que viste de piel de cordero y el rebaño consiente el engaño.