39 hombres mueren incinerados en instalaciones del INM
Por Tania Roque Medel
El pasado 27 de marzo, se registró un incendio en el área de alojamiento de la Estancia provisional del Instituto Nacional de Migración en Ciudad Juárez, Chihuahua que tuvo, como consecuencia fatal, la muerte de 39 migrantes y, casi, 30 más que fueron hospitalizados por la gravedad de sus heridas.
Un video que ha circulado en redes sociodigitales, muestra el crudo momento en que inicia el fuego y comienza a extenderse, seguido de una inmensa nube de humo que vaticina que el fuego, en minutos, será incontrolable.
Resulta profundamente desgarrador, ver cómo los guardias que vigilaban estas instalaciones, ven el fuego y salen tranquilamente abandonando a su suerte a esos hombres, de quienes lo último que debía importar en ese momento, era su estatus migratorio, debiéndose priorizar su calidad de personas.
Este terrible caso ha generado revuelo internacional y dejado muchas interrogantes sobre lo que realmente sucedió, sin embargo, la pregunta central que resuena en las cabezas de las familias de las víctimas, y de quienes nos indignamos profundamente con lo sucedido es: ¿por qué?
Hemos atestiguado, una vez más, la insensibilidad gubernamental que ha puesto en primer lugar el estatus migratorio de las víctimas; otras respuestas que rayan casi en lo criminal, desean llevar la discusión al terreno de que fueron las propias víctimas quienes iniciaron el fuego; otras voces más abyectas han elaborado teorías de conspiración señalando que, en todos lados hay infiltrados, dejando de soslayo la hipótesis de que seguramente esto es un ataque contra el gobierno en turno, etc.
Lo que estas líneas intentan esbozar, es una respuesta a la pregunta estructural de ¿qué pasa con la migración en México? Ante cualquier análisis de los diversos problemas sociales es fundamental mirar siempre a las estructuras, que son las que vuelven sistemáticas diversas situaciones de exclusión y desigualdad. Este caso no es la excepción.
¿Qué es lo que sucede?
En el actual contexto de pospandemia, tras la crisis sanitaria por la pandemia por la Covid-19, vivimos crisis económicas que se agudizan cada vez más, esto aunado al recrudecimiento de la violencia desatada por el crimen organizado en nuestra región latinoamericana y del caribe, por lo que cada vez más familias se ven obligadas a abandonar sus países de origen para buscar, no sólo mejores condiciones de vida, sino que ahora, migran para poder conservarse con vida ante las amenazas de las que son objeto en sus territorios.
El objetivo principal de esa migración, lo sabemos, es el intento por cruzar la frontera de México para llegar a los Estados Unidos, país que ha endurecido sus políticas migratorias, poniendo mayores trabas, a la migración, principalmente para las personas de origen latinoamericano.
En este complejo tema, el gobierno mexicano tiene una gran responsabilidad, al aceptar fungir en los hechos, como tercer país seguro para las personas que desean ingresar a Estados Unidos. Este país, ha obligado a México a recibir a miles de personas que, actualmente, están en espera de poder tramitar visas humanitarias para ingresar al vecino del norte.
Esta situación ha generado que la presencia de personas migrantes sea mucho más extendida en nuestro país, quienes además de ser víctimas de discriminación de parte de las autoridades migratorias, son víctimas del crimen organizado.
Rehenes del crimen, rehenes de un sistema que de facto les discrimina y no los considera personas con derechos humanos, también lo son, de una sociedad profundamente racista que voltea la mirada ante el sufrimiento de miles de personas que, lo único que desean, es vivir mejor.
Racismo y xenofobia
Peter Wade, nos define el racismo como “una forma de pensar y de actuar que pone en desventaja a unos grupos sociales y privilegia a otros grupos, lo hace con base en ideas sobre las supuestas cualidades de estos grupos, que tienen que ver con sus cuerpos y comportamientos”. Los grupos en cuestión casi siempre se definen en función de una historia colonial y poscolonial, en la cual se ha privilegiado a lo blanco y se ha puesto en desventaja a lo no blanco. El racismo es un sistema que organiza el poder y privilegio a diversas escalas, a nivel local, nacional o internacional.
Frecuentemente el racismo se acompaña de la xenofobia, que podría ser definida como el miedo, sentimiento de odio y hostilidad hacia lo extranjero.
Racismo y xenofobia en el fenómeno de la migración
Cuando operan de manera conjunta racismo y xenofobia en sociedades que, desgraciadamente, han llegado a normalizar la violencia y, ante una cerrazón gubernamental de comprender que su política migratoria es errada, será cada vez más recurrente que se pierdan miles de vidas humanas, en su intento por vivir mejor.
Mientras se acepten imposiciones de parte de los EU para contener el flujo migratorio y se permita el hacinamiento, en suelo mexicano, de quienes esperan cruzar al país vecino; mientras se use a la Guardia Nacional para evitar el paso de grupos de migrantes en nuestra frontera sur; mientras no se garantice la seguridad de las personas en tránsito y sigan siendo botín de bandas criminales; mientras sigamos pensando que la migración no es un problema de toda la sociedad mexicana, caminaremos hacia el recrudecimiento de este fenómeno, cuyas consecuencias, tarde o temprano alcanzarán a quienes miran de soslayo la desgracia humana que se vive en este nuestro México que, vive engañado por una falsa transformación y, que sigue vulnerando derechos humanos.