Con tamales mexicanos, pero adaptados a sabores hasta japoneses e indios, la inmigrante Imelda Hartley llegó este año al Super Bowl como vendedora oficial para los eventos de esta gran final del fútbol americano en Estados Unidos que se celebra el próximo 12 de febrero en Arizona.
“Estoy muy orgullosa de que mis tamales vayan a estar presentes en tan importante evento”, dijo a EFE la mexicana, originaria de Culiacán (Sinaloa).
Víctima de la violencia tanto en su país como en Estados Unidos, Hartley es ahora dueña de “Happy Tamales”, una pequeña empresa que llevará sus productos a la final deportiva más importante del país, que se llevará a cabo en Glendale (Arizona).
De vender tamales en la calle frente a una lavandería en Phoenix (Arizona), ahora la empresaria es conocida por su variedad de tamales, con más de una veintena de sabores internacionales.
Cuenta que sus amasijos, hechos artesanalmente, no son los “tradicionales” mexicanos sino combinaciones de sabores latinoamericanos y de otras culturas como la india y la japonesa.
“Tengo 22 variedades de tamales, muchos de ellos de mi propia inspiración, como son los tamales de camarón con curri y leche de coco”, explicó.
Recuerda que la inspiración le llegó respondiendo a la demanda de sus propios clientes. Algunos le decían que eran vegetarianos, por lo que ideó los tamales de nopal, así como otros que combinan espinacas y queso crema.
“Tengo tamales inspirados con sabores guatemaltecos, de Honduras; también los hago de diferentes tipos de masa, como es la masa de arroz”, explicó la empresaria, de 52 años.
Aclaró, sin embargo, que no puede faltar el típico tamal mexicano “El Sinaloense”, el cual lleva carne, papa, zanahoria y calabaza, y que también estará en el Super Bowl, que este año se disputan los equipos Philadelphia Eagles y Kansas City Chiefs.
Hartley fue seleccionada como una de las proveedoras para el Super Bowl como parte de Business Connect, programa de la Liga Nacional de Fútbol Americano (NFL) que ayuda a pequeños empresarios, particularmente mujeres y personas de grupos minoritarios.
La mexicana dice que cada uno de sus tamales tiene nombres alentadores y empoderadores como “Esperanza”, “Amistad”, “Nuevo comienzo” y “Ganador”.
Inclusive dice que el nombre de su empresa, “Happy Tamales”, busca enviar ese mismo mensaje positivo.
Asegura que la vida de una mujer que sufre violencia es muy “triste” y siempre está amargada; por eso con sus tamales busca brindar un mensaje de cambio y felicidad.
Para el Super Bowl la mexicana se encuentra preparando 5.000 tamales, y para ello rentó un espacio en una cocina industrial al este de la ciudad de Mesa (Arizona), donde otras mujeres y sus hijos la ayudan.
Hartley estableció su negocio en 2015 después de inscribirse en programas empresariales en busca de ayuda y herramientas para crecer comercialmente. Después consiguió formar parte del Programa Consular de Emprendimiento para Mexicanas en el Exterior del Gobierno de su país.
LA AYUDA A OTRAS VÍCTIMAS
La hispana también apoya a mujeres que como ella sufrieron la violencia doméstica.
“Les ayudo pagando un taxi para que vayan a un lugar seguro, a veces pagando el cuarto de hotel. En otros casos inclusive las he tenido viviendo conmigo en mi casa o ayudándolas a buscar empleo”, relató.
Sueña establecer una cocina industrial y dar empleo a mujeres en dificultades.
“Pero no sólo quiero darles trabajo; quiero un lugar donde podamos tener una guardería para sus hijos, podamos darles terapia para superar la violencia doméstica. Realmente espero que esta oportunidad que me está dando la NFL sirva para lograrlo”, subrayó.
Recuerda que a los 12 años de edad sufrió abusos sexuales de una persona cercana a la familia y dos años después huyó y terminó en Estados Unidos prácticamente por accidente.
“Llegué a la frontera en Baja California. Caminaba por la playa cuando vi a mucha gente, buscando comprar agua de coco. Me dirigí hacia allá y de pronto alguien me dijo que ya estaba en los Estados Unidos. Claro que en ese entonces no había muro, eran otros tiempos”, dijo sonriendo.
En San Diego (California), sin embargo, sufrió durante dos décadas el abuso de su pareja, con quien tuvo cinco hijos.
“Por 20 años viví violencia intrafamiliar. Fueron las experiencias más traumáticas y dolorosas de mi vida”, dijo.
Su nueva vida como empresaria comenzó en Phoenix, a donde se mudó con sus hijos y donde comenzó a hacer tamales para alimentarlos y después para sobrevivir, vendiéndolos en la calle.
EFE