Por Daniel H. Mondragón
En el estado de Chiapas, México, se dio un acto horrible y seguido a la tragedia un castigo digno de la época medieval. Un pederasta violó a una niña de 6 años desaparecida el pasado 9 de enero del 2020, encontrada decapitada dentro de una bolsa de basura. Los lugareños durante la captura del agresor sexual y asesino lograron arrebatarle a los policías al presunto culpable, acto seguido fue linchado, atado a un poste y quemado vivo al sombrío son de “ojo por ojo”. Curiosamente entre la algarabía, la tía de la menor era la que gritaba que la violencia no resolvía nada, a pesar del hecho de haber sufrido tal vejación.
Aquí presenciamos como se invoca a un pequeño leviatán. El leviatán es un demonio o monstruo bíblico que inspiró a Thomas Hobbes para hablar del Estado, por lo tanto cuando hable de leviatán me referiré a su concepto. El leviatán no es más que un dios mortal portador de un poder increíble, que al verlo los hombres serán apoderados por el miedo y nadie tendría el valor suficiente para despertar a tal criatura porque el pensar en derrotarlo sería pura ilusión, por esta razón es capaz de formar voluntades para la paz y defensa común.
El leviatán se crea por la gente que por su instinto de conservación (o protección) acepta la violencia física (e incluso moral) para todo aquel que violente el pacto inicial o el contrato social (traducido como todo aquel que haga injusticias). Se lee en Hobbes que cada individuo debe esforzarse por la paz (como ley fundamental de naturaleza), mientras este tenga la esperanza de lograrla, y por derecho de naturaleza cuando no pueda obtenerla tenemos que defendernos a nosotros mismos por todos los medios posibles. Pero, ¿Qué pasa con el Leviatán criollo (México)?
Nos encontramos en presencia de una distribución desigual de justicia, por tanto no existe equidad, y sin esta “solo la guerra puede determinar las controversias entre los hombres”. La guerra Hobbes la entiende como la condición del hombre en su estado de naturaleza, una batalla de todos contra todos. Un Estado que no garantiza la seguridad (art. 21) y justicia (art. 17), crean gente que la busca por sí misma, debido al cansancio de la mala forma de administrar la justicia, que genera desconfianza. Cabe señalar que el pedófilo tenía poco de salir de la cárcel por el delito de violación.
Se entiende que las personas que realiza acciones o palabras se le llama autor y el derecho de realizar una acción se le conoce como autoridad, consecutivamente donde no exista un derecho de actuar ahí son los límites de la autoridad. Este pensamiento ayuda como base para las siguientes ideas.
Como tenemos entendido como Dios al Estado (leviatán) le podemos extrapolar la paradoja de Dios de Epicuro, y con esta lógica poner en duda las intenciones reales del Estado. El Estado quiere prevenir la maldad pero no es capaz, entonces no es un Estado fuerte; que es capaz pero no desea hacerlo, entonces es un Estado malévolo; que es capaz y desea hacerlo entonces ¿por qué sigue surgiendo la maldad?; que no es capaz ni desea hacerlo, entonces ¿por qué seguirlo llamando Estado?
El gobierno actual del Estado, hay que preguntarnos, ¿está garantizando sus dos funciones básicas?, en cuanto a la defensa frente a otros hombres (lo que es la defensa común) hay que empezar por preguntarnos por su real soberanía, pero frente a Estados Unidos este tema alcanzaría para su propia columna, así que me enfocaré en la parte interna; la paz interna la podemos poner en duda desde la equidad de justicia, el espectáculo que se muestra en “una sombría fiesta punitiva”, a propósito de Michelle Foucault, en una ejecución pública solo es un foco donde se reanima la violencia, contrario a la paz.
Podemos concluir que donde existen vacíos de justicia se puede traducir a vacíos de poder y estos vacíos son donde nacen los monstruos que llevan a la barbarie a las personas ultrajadas, asediadas por un mal que nace y se reproduce dentro del Estado. Los actos de monstruos son injustificables, tenemos como sociedad civil la obligación de ir en contra de todo hecho que impida la trascendencia de las personas.
Hay un bonito aforismo de Jean Paul Sartre que dice, “hacemos con lo que hicieron de nosotros”, y mi solución es amar al prójimo, en el mundo ya hay mucho odio como para contribuir a él, por tanto amémoslo a través de matar todas las condiciones, mecanismos, o sistemas que crearon al monstruo. Para que no vuelva a surgir un monstruo principal que por su deshumanización deshumanice a más y que tampoco surja de nuevo alguien que sufra siendo un monstruo.
Los vacíos de justicia solo genera las tinieblas que da vida a monstruos y estos monstruos llaman a su vez al poderoso leviatán…