Benjamín Muñiz
El pasado 4 de abril dieron inicio las campañas electorales con las que se renovará en su totalidad la Cámara de Diputados y, en el caso de la Ciudad de México, se renovarán las Alcaldías y las Diputaciones al Congreso Local. Como cada proceso electoral, el INE ha señalado que esta será la elección más grande de la historia.
Realmente no estoy tan seguro que, realmente, sea la elección más grande de la historia, sin embargo, de lo que si estoy seguro es que esta elección será atípica y presentará grandes retos.
En primer lugar, lo que hace bastante complejo a este proceso electivo es la descalificación que, de manera reiterada, ha lanzado el gobierno al Instituto Nacional Electoral. Esto resulta especialmente preocupante porque el propio Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos ha descalificado de manera sistemática al árbitro electoral. Como lo he referido en este mismo espacio, demuestran una incongruencia absoluta al aplaudir su victoria y la negativa del registro de México Libre como partido político, pero los tachan de corruptos al aplicar la ley y quitar la candidatura a Félix Salgado Macedonio. Lo que resulta preocupante es que se está dilapidando la de por sí frágil visión que la ciudadanía tiene del INE. El objetivo es muy simple: ante la evidente picada de la popularidad del partido en el poder, están calentando la cabeza de sus seguidores para que, en caso de consumarse una derrota, puedan voltear a culpar al INE, en lugar de aceptar sus fallas como gobierno.
En este sentido, hay un tema que no termino de comprender: por más que la popularidad de MORENA vaya en caída, la popularidad del presidente Andrés Manuel López Obrador sigue siendo bastante alta. Pero, no olvidemos algo: la elección de 2018 resultó muy atípica porque mucha gente emitió voto de castigo en contra del PRI y del PAN en una clara muestra de hartazgo social en contra de la corrupción y los malos gobiernos, sin embargo, ha quedado muy claro que MORENA no es la panacea, no es la respuesta ni los paladines de la democracia y la legalidad que pregonaron ser. Generaron una expectativa extremadamente alta y hoy, el golpe de realidad es durísimo.
El hartazgo sigue presente, solo ha cambiado de cara. Mucha gente que votó por AMLO como voto de castigo, hoy reconoce que las cosas no están saliendo como deberían. El resultado será, nuevamente, por demás extraño. Este proceso electoral habrá, cuando menos, 12 partidos políticos en la boleta. Gran reto. Unos irán en alianza total, en otros distritos irán solos, hay partidos de nueva creación y, según vox populi, estos partidos nuevos son satélites de MORENA. En fin, el panorama es complejo. Tomemos las alianzas parciales, por ejemplo: si estamos con la idea de, por poner un ejemplo, “Va por México” creeremos que sufragando por el PAN, el PRI o el PRD, estaríamos apoyando al mismo candidato, sin embargo, esto puede llevar a errores en donde esa coalición no se encuentre registrada.
El número de partidos políticos que contendrán generará una gran atomización del voto. A quien más le conviene, por supuesto, es a MORENA. Decían los romanos y decían bien “divide et impera”. Sin embargo, hay perfiles interesantes en casi todos los partidos, como también, desgraciadamente, hay perfiles deleznables en todos los institutos políticos y ahí es donde nosotros, como ciudadanos, debemos ser responsables. Considero que hoy, más que nunca, ha llegado el tiempo de los ciudadanos. Eduardo Contró es un claro ejemplo de ello, candidato sin partido a la Alcaldía de Miguel Hidalgo. Hay otros personajes que se unieron a las filas de algún partido únicamente como vehículo para tener mejores herramientas para luchar por el cargo. León Motte en La Magdalena Contreras o Ivonne Teresa Corral en Benito Juárez. Hoy debemos de hablar de agendas, no de colores; de ideales, de políticas públicas, pero, sobre todo, de propuestas realistas.
Votaremos en medio de una pandemia, lo que, de sí, genera muchísimas complicaciones. El entrar a votar con cubrebocas, con la posibilidad de fraguar alguna actividad ilícita de esta forma, el mantener la distancia, el que nadie, salvo el elector, pueda tocar la credencial para votar (con la consecuente falta de marca después del sufragio). Vienen, en verdad, grandes retos.
He estado en el ámbito jurídico electoral desde hace casi 10 años. He sido representante ante Consejos Distritales, ante Consejos Generales de Institutos Locales, he estado encargado de negociaciones políticas, de impugnaciones, de juicios. Hoy estoy parado viendo de frente a lo que será una jornada electoral, ahora sí, con todas sus letras, atípica. Aprenderemos mucho de lo que suceda el 6 de junio, conoceremos nuevos retos, pero también nuevas herramientas. Estamos, realmente, caminando hacia algo que no es del todo conocido, sin embargo, espero ese 6 de junio con mucha emoción, mucha expectativa. Estoy seguro que la democracia se fortalecerá y, además de eso, sé que me voy a divertir enfrentando estos nuevos retos.