Por Martha Díaz Reyes
Durante los últimos años, ante la necesidad de usar un lenguaje que incluya a todos los géneros algunas personas han optado por usar el lenguaje no sexista o lenguaje inclusivo en cuanto al género. Que si la RAE dice tal o cual cosa, que si es una locura, que si lo necesitamos o no, que si es difícil enunciarlo… la polémica alrededor de este lenguaje no cesa.
El lenguaje es el sistema de reglas gramaticales y de significado que obtuvimos al abstraer objetos, situaciones, etc. de la realidad. Pero si nuestro conocimiento de la realidad cambia, se modifica el lenguaje. El lenguaje inclusivo es un reflejo de las transformaciones que están ocurriendo en cuanto a identidad de género. Aunque en la CDMX es más común oírlo, en el resto del país generalmente no se conoce ni se usa. No obstante, a veces se usa por moda, convirtiéndose en un falso progresismo y no en un cambio real.
Muchas personas dicen que nuestro lenguaje ya es inclusivo y que el uso de este nuevo lenguaje arruinaría el español. Pero creo que deberían acercarse a la lingüística para conocer sobre las transformaciones del lenguaje y lo inevitables que son. Además, lo que no nombramos, no existe; desde ahí se aprecia la invisibilización de las mujeres al tomar siempre como referencia lo masculino, reflejo del sistema patriarcal. Por eso es necesario marcar el género gramatical y el sexo biológico (chica/-o, padre-madre, el/la estudiante, este/esta representante).
Pero, ¿qué pasa con las personas que no se identifican con el género femenino ni masculino?: no están representadas en el lenguaje. Para que estén reflejados se necesita algo ecuánime. Se agrega X o E a las palabras que enmarcan el género gramatical masculino genérico o el femenino con la finalidad de que el género gramatical de todas sea neutro. La X hace impronunciables las palabras pero se puede usar en la escritura, prefiero utilizar la E, pues es apta para la escritura y la oralidad.
El lenguaje nos moldea, pero podemos cambiarlo y heredarlo. Cabe aclarar que para que cambie debe existir un proceso colectivo, no individual; es decir, que se puede modificar si un sector importante de la población usa las palabras nuevas o realiza las modificaciones a las palabras ya existentes durante cierto tiempo. Así que, si queremos que el lenguaje inclusivo sea legítimo, debemos seguir usándolo e invitar a nuestros conocidos a hacerlo.
Otro argumento en contra es que la RAE no lo acepta, sin embargo, a la RAE la regimos los hablantes y no ella a nosotras y nosotros. El objetivo esencial de esta institución es y será crear un diccionario para recopilar lo que los hablantes le mostremos. Aunque hay reglas, estas no pueden durar toda la vida, a menos que todos y todas las acordemos.
Independientemente de si estamos de acuerdo o no con el lenguaje inclusivo, no debemos olvidar que la sociedad está en constante transformación. El lenguaje es un reflejo de la sociedad, por lo tanto debe serlo de las transformaciones que en ella se dan. Cada día adquirimos nuevos conocimientos sobre el mundo y la gente, así que debemos actualizar el lenguaje.
Nota: En el español podemos identificar al género gramatical como la categoría que se asigna a las palabras y que se expresa en algunos sustantivos, adjetivos, pronombres y artículos. En este género encontramos el neutro, el femenino y el masculino. El género gramatical suele confundirse con el género como construcción social (roles, atributos, comportamientos, etc. que la sociedad determina que son pertinentes para las personas según su sexo biológico) y el sexo biológico (peculiaridades con las que se nació, determinado por cromosomas, genitales, hormonas). (Naciones Unidas, 2020)
Referencia: https://www.un.org/es/gender-inclusive-language/guidelines.shtml