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jueves, octubre 24, 2024

Las convicciones intimas del presidente.

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Por Jesús Ortega Martínez

Ahora que la Suprema Corte de Justicia de la Nación se decidió a poner un alto al militarismo lopezobradorista, aparecieron, de nueva cuenta, expresiones que exponen a la luz pública, lo que yo llamo, “las convicciones intimas del presidente”.

Una de estas convicciones, tiene que ver con la idea de qué para ser héroe de la patria, se tiene que haber sufrido pobreza, persecución, represión, cárcel, martirio. 

Por ello, su permanente búsqueda de aparecer como víctima, ya lo sea de los dirigentes del PRI cuando militaba en ese partido; ya lo sea durante las marchas de protesta a las que con toda intención las nombró “éxodos”; ya lo sea cuando los cercos a pozos petroleros; cuando el desafuero como jefe de gobierno; cuando se victimiza como el objeto de la furia de “la mafia del poder”; de la venganza de los medios de comunicación, del colonialismo español, de la SCJN y, últimamente, hasta del “imperialismo Yankee”. 

Cierto que victimizarse es una estrategia política, pero en el caso de López Obrador, es también, intención de acercarse a la glorificación del martirio y a la condición de héroe a la altura del arte, como López Velarde describía a Cuauhtémoc, al héroe mártir más venerado por los mexicanos. 

La cuarta transformación no es solo una supuesta cuarta revolución con la cual darle continuidad a la Revolución de independencia, a la guerra de la reforma y a la revolución anti porfirista. Se trata, más allá de ello, de que el actual presidente se equipare a Cuauhtémoc, Hidalgo, Juárez, Madero, Zapata, no solo en su gesta política, sino también en la circunstancia de personajes que fueron perseguidos, reprimidos, encarcelados, martirizados. 

Los personajes más admirados por la izquierda populista y extremista, no son los qué accediendo por vías democráticas al poder, dan eficaces respuestas a los problemas de la gente, sino en sentido diferente, son aquellos que entienden la lucha social como sufrimiento; son solo aquellos que fueron martirizados, abatidos por el ogro externo, el enemigo de clase, la mafia del poder. 

Si uno observa con cuidado el comportamiento de López Obrador, se verá que no gobierna para conducir al país a estadios de desarrollo y bienestar en ambientes de convivencia civilizada y democrática, sino que lleva al país a la polarización social y política, para en ese marco, seguir siendo opositor y de ser posible, acceder a la ablución que significa la abnegación y hasta el suplicio. 

Ser héroe-mártir es una de las convicciones intimas del presidente. 

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