Por Raymundo Moreno Romero
Una vez resuelta la elección de Xóchitl Gálvez Ruíz como Coordinadora del Frente Amplio por México, el siguiente gran reto de la coalición opositora es configurar el resto de las fórmulas con las que buscaremos arrebatarle el poder nacional y local, en Zacatecas, al obradorato en todas sus versiones.
La principal fortaleza del bloque que se constituyó en torno a la exigencia ciudadana de inclusión y unidad es precisamente el ingrediente apartidista que Xóchitl hizo propio en su memorable discurso del pasado domingo 3 de septiembre: “yo soy políticamente daltónica, solo veo el color de México”.
Si bien el elemento institucional, de ideologías y estructuras que aportan los tres partidos coaligados -PRD, PRI y PAN- es fundamental en el andamiaje de una eventual campaña exitosa, también es cierto que la única vía para contrarrestar el despilfarro de dinero público y el uso y abuso del aparato del Estado en favor de morena radica en inyectar una fuerte dosis de nueva esperanza en amplios sectores de la sociedad civil hoy lastimados o abandonados.
La esperanza de las clases medias, de las madres buscadoras, de las y los aspiracionistas que anhelan mejores condiciones de vida, es el bálsamo que permite soñar con una victoria electoral que no hace mucho parecía imposible.
El triunfo, sin embargo, si bien plausible, todavía está lejos de ser una realidad irreversible, ¿de qué dependerá? De una correcta selección de candidatos, en el caso de Zacatecas, al Senado, Diputaciones Federales y Locales, y alcaldes. El reto y la responsabilidad de los partidos es enorme: deben escuchar a la sociedad civil, actuar con generosidad y abrir sus puertas a personajes que, con franqueza, valentía y sin antecedentes impresentables, estén dispuestos a plantar cara al autoritarismo, la soberbia y la violencia del régimen. Si nos equivocamos, estamos perdidos. Al tiempo.