Por Octavio Rocha
Cuenta una antigua leyenda que el rey Hierón II pidió a un orfebre que le hiciera una corona de oro, para lo cual le dio un lingote puro del precioso metal. Cuando el orfebre la hubo terminado, el rey quedó muy satisfecho por el hermoso trabajo que éste habia hecho, pero tiempo después el rey comenzó a ser asediado por las dudas. La corona pesaba lo mismo que el lingote, pero ¿y si el orfebre había sustituido parte del oro por plata para engañarle y quedarse con una parte del oro puro?
Arquímides, quien ya era un famoso sabio y matemático de la época, fue mandado a llamar por el rey y éste le pidió que resolviera sus dudas, pero sin fundir la corona, ya que en verdad estaba muy contento con el trabajo. Arquímides comenzó a pensar en la solución del problema pero no conseguía ninguna idea, hasta que un día estando a punto de darse un baño, notó que el agua de la tina se encontraba al borde y que en cuanto apenas metió un pié dentro, el agua se derramó.
Esto detonó la idea que daría solución al problema y fue tanta su emoción que, sin tiempo de vestirse salió a la calle desnudo gritando Eureka! Eureka!. De esta manera, al presentarse con el rey, Arquímides tomó un lingote de oro y de plata del mismo peso de la corona y los sumergió en agua, midiendo la cantidad de agua que derramaba cada uno; así determinó la densidad de ambos materiales. Al hacer la última prueba con la corona, el agua derramada se situó entre ambos parámetros y pudo determinar que efectivamente, a una parte de la corona se le había añadido plata.
Aunque esta leyenda no ha sido comprobada, es muy popular (al igual que la leyenda de Newton y la manzana). Lo cierto es que Arquímides, además de ser el autor del principio que lleva su nombre, es considerado el padre de la innovación; ya sea por su genialidad y aplicación de sus conocimientos a un nuevo campo o por su famosa expresión de emoción al conseguir una respuesta que le fue develada casi como una epifanía: Eureka!
Los genios completos como Arquímides son únicos y especiales, casi se podría decir que son contados en el mundo, pero lo cierto es que en cada uno de nosotros siempre hay una chispa de genialidad. Esa chispa de genialidad muchas veces es suficiente para proponer un cambio en el modelo de negocios de nuestro proyecto que, si es bien fundamentado, nos puede garantizar el éxito. A esa nueva aplicación de algo que ya existe o a esa nueva combinación de elementos para generar algo novedoso es a lo que en el terreno del emprendimiento llamaremos innovación.
Ahora bien, según diversos autores hay diferentes clasificaciones posibles de la innovación. Para tratar de ser lo más breve posible, abordaré tres innovaciones que son perfectamente aplicables a los emprendedores; innovación en el proceso, innovación en el producto e innovación en la distribución.
Innovación en el proceso: Se refiere específicamente a aquella relacionada con la implementación de elementos innovadores en la fabricación y/o elaboración del producto o servicio que vamos a otorgar. Ejemplo: La “nueva” pizza de sartén de Domino’s
Innovación en el producto: Cuando el bien o servicio que otorgamos a nuestro cliente tiene un elemento o ingrediente nunca antes incorporado que lo hace único y diferente de nuestra competencia. Ejemplo: Chiczá, una goma de mascar hecha en Campeche con ingredientes 100% naturales.
Innovación en la distribución: Cuando la manera en la que hacemos llegar nuestros productos o servicios tiene un elemento que lo hace más eficiente, cercano o incluso diferente, de manera que nuestro cliente final lo aprecia. Ejemplo: los vendedores de Bon-Ice en cada crucero de la Ciudad de México
En el caso de los proyectos sociales, existe además la innovación social, sin embargo esto requiere un espacio aparte, por lo que escribiré mas adelante sobre el tema.
Para los emprendedores, entender este concepto y hacer un esfuerzo adicional para conseguir elementos innovadores en nuestra idea de negocio es fundamental, ya que en la medida en la que se pueda innovar y comunicar correctamente el diferenciador de nuestro producto o servicio hacia nuestros posibles clientes, esto podría incrementar significativamente el volumen de ventas y desde luego la posbilidad de alcanzar el éxito financiero de la empresa.
La innovación no es un tema reservado exclusivamente para los desarrolladores y cientificos en laboratorios de grandes empresas dedicadas a la investigación; para ello basta ver los ejemplos arriba citados. La innovación está presente en muchos lados y está mucho más al alcance de nosotros de lo que pensamos.