Por Benjamín Muñiz
“Quédate en casa, no son vacaciones” fueron las palabras que repitió, una y otra vez, Hugo López-Gatell Ramírez, Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud y vocero del gobierno en los temas relacionados con la pandemia de COVID-19, pero no podemos olvidar aquel refrán que dice “más rápido cae un hablador que un cojo”. El fin de semana pasado fuimos testigos, otra vez, de una caída del Subsecretario por falta de congruencia.
Con una playera amarilla, con el mar al fondo, acompañado de una mujer, fue vistos Hugo López-Gatell en playas de Oaxaca. De la sana distancia, no hablamos, ¿verdad? Del cubrebocas y el quédate en casa, mucho menos. Por supuesto, no ha faltado quien salga a su defensa. “Ha trabajado mucho” dijo, por ejemplo, el presidente de la República, y sí, estoy de acuerdo que todos tenemos derecho a descansar, pero en el caso del Subsecretario, hay que analizar muy puntualmente las circunstancias que rodean su fin de semana playero.
En primer término, en México estamos en el peor momento de la pandemia. Cada día hay más muertes que el día anterior. Somos el país que encabeza la letalidad por COVID-10, según un estudio de la Universidad Johns Hopkins, en el que se señala que, por cada 100 casos confirmados, 8.8 pacientes mueren. En México, el índice de letalidad es 8.8%. ¡En verdad terrible! Sobre todo, si lo contrastamos con Irán (4.5%), Italia (3.5%), Indonesia (3%) y Reino Unido (2.9%). ¿Realmente es el momento para que el encargado de la estrategia (si es que ésta existe) se vaya a la playa de vacaciones? Que lo respondan los familiares de las más de 120,000 víctimas mortales.
No dejemos de ver el hecho que estoy haciendo referencia a las cifras oficiales. El número de fallecidos puede ser mucho mayor. Pero, dejemos de lado las cuestiones objetivas, medibles. Analicemos esto desde un tema más subjetivo, más personal. Si algo ha caracterizado a Hugo es su falta de congruencia.
Habló, en algún momento, de usar cubrebocas, después que no servía, después que sirve para lo que sirve y no sirve para lo que desgraciadamente no sirve. Cuando la OMS ya había recomendado su uso y a lo largo de la República ya los gobiernos locales habían señalado la obligatoriedad de éste, López-Gatell se presentaba en sus conferencias sin usarlo. Contrastemos esto con la congruencia (que en su momento aplaudí públicamente) mostrada por Esteban Moctezuma en su comparecencia en el Senado de la República quien, a petición expresa del Presidente de la Mesa Directiva en el sentido que se lo quitara para poder hablar con mayor claridad, contestó que no se lo quitaría hasta en tanto esta pandemia estuviera terminada.
Habló también de la conveniencia de no usar joyería ni corbata en el regreso a las actividades laborales. Lo curioso es que, mientras lo decía, él mismo tenía puesta una corbata.
Muchas veces manifestó que la pandemia es para permanecer en casa, no eran vacaciones, sin embargo, él si tomó vacaciones y viajó en un avión en donde se mostró que no llevaba cubrebocas, en la playa no mantuvo sana distancia y, nuevamente, se le vio sin cubrebocas.
En abril de 2020, el Ministro de Salud de Nueva Zelanda viajó por 20 kilómetros a una playa con su familia. “Fui un idiota” fueron sus palabras al dimitir del cargo por haber violado los protocolos de confinamiento, mientras que, en México, estas conductas tan abiertamente incongruentes y criminalmente negligentes, son justificadas desde la Primer Magistratura del país. ¿En verdad ha trabajado duro? Los números que han presentado todos los organismos internacionales dicen lo contrario.
Pero la incongruencia criminal no es exclusiva de Hugo López-Gatell Ramírez. El señor Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos ha señalado que “no me pongo el cubrebocas porque no me lo recomienda Hugo” (palabras en su conferencia mañanera del 29 de abril de 2020).
Por si esto fuera poco, el Presidente del Senado, Eduardo Ramírez Aguilar, subió a sus redes sociales una fotografía en la que se le puede observar, acompañado de Mario Delgado, Presidente Nacional de Morena, de vacaciones en Chiapas, nuevamente, sin cubrebocas ni sana distancia.
Lo que no han entendido estos personajes es que son figuras públicas, son los que ponen el ejemplo que siguen los mexicanos. AMLO tiene un gran poder de convocatoria, sus seguidores lo ven como el mayor ejemplo a seguir, ¿no sería conveniente que utilizara esa imagen para fomentar el cuidado en esta pandemia? Sí, es nuestra responsabilidad como ciudadanos, pero si el gobierno es errático, por no decir contradictorio, ¿qué podemos esperar?