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lunes, mayo 20, 2024

La ética administrativa: virtud o deber

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Por: H.P. Bryan Armando

 “Para que exista un buen gobierno, no se necesitan buenos políticos, sino la conformación y formación de profesionales de la administración pública”.rya

La creencia de que México va a cambiar únicamente porque los politiquillos lo prometen con la continuación del proyecto de nación (la 4T) durante las próximas candidaturas, es el engaño más básico que el pueblo acepta, la decadencia de este país es el resultado de ignorar y no darle la importancia que se merece hacia una correcta administración pública, el aferrarse a la idea de “tengo otros datos” es lo que se deriva de la cultura de corrupción por una ola de violencia estructural, sistémica e institucional ejercida por un mal gobierno. La construcción de profesionales en el ámbito público es lo que debería preocupar a las instituciones, organizaciones y, sobre todo, a la sociedad.

Para lograr el México que los mexicanos se merecen, no solo se necesita mirar hacia fuera, sino hacia dentro y al pasado para corregir los errores que hacen que el país no avance. Esa es la función de la administración pública, dar nuevas respuestas a viejos problemas para comenzar con el periodo de reconstrucción y no de desaparición por el austericidio

 Por tanto, el Estado debe cumplir su cometido, pues tiene la tarea de arreglar, corregir y mejorar a la sociedad, asimismo de dar la dirección más conveniente para los seres organizados y a las cosas, como lo ha definido Bonnin; pues si se quiere solucionar las problemáticas que se presentan y a su vez, prevenir las que se avecinan, es necesario la formación de buenos servidores públicos y no de simples títeres que reproducen las fallas del actual gobierno.   

Entonces, se requiere un Estado fuerte y una correcta ejecución de la Administración Pública para obtener una preservación y desarrollo de la sociedad en su conjunto por medio del discurso de eficiencia, eficacia y transparencia. Debe de existir la ética administrativa que vaya de la mano con un sistema de selección del personal, donde la principal función sea escoger más aptos y no por imposición de “la mano de arriba”. 

Este punto, Confucio lo aborda en la preocupación de la educación de los gobernantes, en el que explica que, el pueblo se fija en ellos y gobernadores corrompidos, contagian su corrupción; lo mismo sucede con los servidores públicos, sin una formación correcta y trabajando en instituciones corruptas, generan corrupción. 

Por tanto, la ética profesional debe estar en manos de personas acorde con sus virtudes y habilidades puesto que la administración pública es la relación entre el poder ejecutivo y legislativo o, dicho de otra forma, es la acción vital del gobierno y brazo de la sociedad; significando que la gobernanza de los estados sin un buen sistema administrativo, detonan procesos de desgaste en términos de gestión.

De esta manera es que deben de emerger condiciones, actores y acciones para una correcta ejecución del poder administrativo, a partir de la profesionalización:

  1. Se sujeta a pautas formales e informales de actuación (expectativas y estándares de desempeño).
  2. Es de tiempo completo y es recompensado por una remuneración.
  3. Exige cualificaciones específicas (conocimientos y experiencia relevantes).
  4. Por parte de las instalaciones, brindar las herramientas necesarias para hacer el trabajo.
  5. Formación de áreas para una mayor funcionalidad, que sean segmentos que se mezclen, pero no se revuelvan, por medio de una burocracia intersticial, respecto a los ámbitos de especialización.  

Asimismo, la inclusión de las nuevas estructuras de formación especializada:

  • La publicidad de la administración de las vacantes, desde un órgano descentralizado, para saber el estado de los asuntos públicos.
  • La innovación en los sistemas burocráticos.
  • Implementación del sentido de responsabilidad formativa.
  • Accesibilidad para que sean conocidos los espacios públicos, por medio del rediseño institucional, que reestructure las áreas administrativas. Para así conseguir una funcionalidad pública, pues en ella preside la “máquina” social que arregla o modifica su mecanismo, para proteger, conservar y mejorar, todos los intereses públicos. 

Ig: @h.p.armando

Tw: @H.P.BryanArmando

Bibliografía

Bonnin Charles-Jean (SD). Principios de Administración Pública, México FCE, pp. 92-117. 

Vallés Josep Ma. Martí (2006). Ciencias Políticas, un manual. El Estado como organización política. Barcelona, Anel, pp. 85-98

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