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sábado, noviembre 23, 2024

La carencia de presidente

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Por Jesús Ortega Martínez

Resulta evidente que la propuesta de López Obrador para enfrentar la pandemia y para encarar la aguda crisis económica, resultó en una gran decepción para millones de mexicanos. 

Sus seguidores,  y aun, algunos de sus críticos,  esperaban un plan de gobierno que atendiera la difícil situación por la que pasa el conjunto de la población, pero en sentido contrario, López Obrador no se salió ni por un instante del script que ha seguido durante la mayor parte de su vida, y obtuso, insensible, altanero se presentó ante  millones de ciudadanos que expectantes le pudieron ver descubierto, develado, sin las máscaras que ha labrado con gran dedicación y que tanto le han servido para hacerse de un enorme poder político y encumbrarse hasta la presidencia de la república. 

Ahí, en el palacio nacional tan vacío como un desierto, le observaron quienes aún le siguen y quienes le rechazan,  pero todos  pudieron ver al presidente en su verdadera dimensión, es decir, en su pequeñez intelectual; millones de personas pudieron observar al presidente transitando por un extravío mental que le impide entender la gravedad de la situación del país; tirios y troyanos,  advirtieron de sus enormes carencias políticas que le imposibilitan comprender el alcance de su responsabilidad como encargado del ejecutivo federal; percibieron de su terrible mezquindad que le hace priorizar sus extravagantes proyectos antes que las necesidades de la gente. En síntesis, una buena parte del país se pudo dar cuenta de un presidente mermado de manera notable en su popularidad, pero sobre todo desprovisto de ideas, de salidas adecuadas ante la gravedad del momento.   

En un tedioso discurso, López Obrador reitero, una y otra vez, sus desgastadas frases que más que dirigidas a su audiencia, las consume para sí mismo, en un delirante afán de autocomplacencia. No es, López Obrador, el presidente que por mandato popular se encuentra obligado a atender con atingencia y certidumbre la problemática nacional, es, en sentido contrario y para desgracia de México, el individuo que utiliza la presidencia para satisfacer su trastorno narcisista. 

Ausente el presidente y en consecuencia ausente toda medida para atender el reclamo de los médicos, las enfermeras, el personal auxiliar que trabaja sin la protección debida y que carece de lo básico y de lo elemental para atender a las personas infectadas del covid19; ausente toda propuesta para contener la violencia que se escala a todo el territorio nacional; ausente cualquier apoyo a los trabajadores para que no se queden sin empleo y a las empresas para que no se vean obligadas a despedir a sus empleados; ausente la sensibilidad política en el presidente para entender que continuar las obras de la refinería, del aeropuerto en Santa Lucía, del tren maya, significa un despropósito desde el punto de vista financiero y desde el punto de vista político. 

La situación del país es compleja pues ha tantas carencias hay que sumar la carencia de un presidente. 

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