Cuando un padre interviene constantemente en las actividades realizadas por niños, estos pueden mostrar dificultades para equilibrar su comportamiento y obtener una gratificación retrasada por lo que ha hecho. Acorde a un nuevo estudio, la sobreprotección de los padres afecta las capacidades de los infantes para controlar sus emociones y concentración al momento de aprender algo nuevo. Aunque la intervención de los padres es necesaria para la resolución de problemas y guiar comportamientos adecuados, el exceso de estas injerencias es contraproducente para sus hijos.
Un estudio publicado en la revista de Family Psychology, liderado por la profesora asociada de la Stanford Graduate School of Education, Jelena Obradović, muestra cómo los padres ayudan u obstaculizan al desarrollo de sus hijos. Obradović y su equipo observaron el comportamiento de los tutores cuando niños menores de 10 años realizaban actividades como juegos, acomodar juguetes o discutiendo un problema. De esta manera, se observó, los hijos de los padres que intervinieron constantemente para corregir las acciones realizadas mostraron más dificultades al regular su comportamiento y emociones en otras actividades. Ello, a pesar de que los niños se encontraban realizando las actividades de manera correcta y tranquila.
“Los padres se han acostumbrado a encontrar maneras de involucrarse, incluso cuando los niños se encuentran haciendo una tarea o jugando de manera activa”, dijo Obradović. También, los niños con más intervenciones por parte de sus padres mostraron un mal desempeño en tareas donde se midió la gratificación tardía. También fueron medidas otras habilidades vinculadas con el control de impulsos y la capacidad de concentración.
Según la científica, la sobreprotección de los padres puede significar un alto costo en las habilidades de los infantes. “Cuando los padres dejan que los niños tomen la iniciativa de sus interacciones, los niños practican habilidades de autorregulación y construyen independencia”, señaló Obradović, que también dirige el Proyecto Stanford sobre Adaptación y Resiliencia en Niños (SPARK).
El grupo de científicos halló, existe una correlación entre los altos niveles de intervención de los padres cuando un niño realiza una actividad con la habilidad de estos para controlar sus impulsos. Mientras la intervención del padre se daba en una actividad donde las emociones eran fuertes, los niños tendían a empeorar sus habilidades de autorregulación.
Aunque es importante guiar a los niños sobre cómo realizar una tarea y ayudarles a entender procesos de interacción, los científicos afirman, se debe tener cuidado en el número de veces que se hace. La independencia de los infantes puede ser lograda a través de un monitoreo cuidadoso de sus actividades sin un alto nivel de injerencias.
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