Por Francisco Zapién de León
Hay varias manera en las que terminas ligado a cierta ideología, escudo y color de una camiseta: por herencia familiar; algún jugador que te gustara mucho su manera de desenvolverse dentro y fuera del campo de juego, equipo con estirpe ganador, victorias emblemáticas y hasta la más simple de “ah, pues está chido el color y por eso le voy”.
Tenerle ese amor a cierta institución y cambiar de colores de un equipo a otro es de esas cosas que están “prohibidas” porque, al final, estás negando una parte de tu identidad por otra que te acomoda por conveniencia. Es como si yo –fiel seguidor de la inmaculada, gloriosa y bendita Águila del América- cambiara esa soberbia que te da el irle a ese equipo por otro no más porque ya al ave le está yendo mal… ¡INACEPTABLE! Como dirían los del Atlas: “Yo le voy al Atlas, aunque gane”.
Hay ciertas pesadillas que uno puede tener con un equipo de fútbol: que descienda –aquí, en México no habrá descenso por “3 años”-, que se mude para pasar a ser otro equipo completamente diferente –el caso que pondré hoy que es el de Monarcas Morelia mudándose a Mazatlán-, que siga en tu misma ciudad, pero ya tenga otra identidad diferente –San Luis con el Atlético San Luis- o que desaparezca completamente.
¿Qué se hace cuando uno queda en cierta orfandad futbolística? ¿Qué pasa con las y los jugadores, trabajadores y demás allegados al equipo que se muda o desaparece?
El Monarcas Morelia era un equipo peculiar en el fútbol mexicano. Sí, tal vez no era de los más ganadores y por mucho; pero era un pedazo de identidad muy marcada en el estado de Michoacán y en nuestro balompié nacional.
El equipo, que estaba a cargo de TV Azteca, creó mucha unidad entre sus aficionados y los jugadores en los últimos años, gracias a personajes muy característicos como el “Scooby doo del Monarcas”, el “Shaggy” Martínez, Joel Huiqui, y varios acontecimientos que pasaban alrededor del equipo. Para más información al respecto, buscar “Universo Cinematográfico del Monarcas Morelia”.
Hace unos días, en vilo de su 70 aniversario del club, anunciaron lo que ya era un secreto a voces: la mudanza del equipo a Mazatlán, Sinaloa. Todavía no hay mucha claridad al respecto, pero lo que sí es que hay un estadio nuevo, infraestructura y que el cuerpo técnico, jugadores, escudo y equipo los van a mencionar a la brevedad.
A la rama varonil ya les aseguraron muchas cosas, pero desgraciadamente, a la rama femenil del Morelia no les han garantizado nada para esta nueva mudanza. En alguna otra ocasión hablaremos que sufre el fútbol femenil ante el varonil, ya que es un tema bastante interesante y que se debería prestar más atención.
Pero bueno, volviendo al tema: las mudanzas suelen pasar seguido en todos los deportes y en todos los países, pero el que queda huérfano de un equipo son los aficionados –Léase Toros Neza, Tiburones, Jaguares, por mencionar algunos. Por una copa –o una mudanza-, no se cambia el corazón.