En un comunicado dado a conocer el martes 1 de septiembre de 2020, el secretario de prensa de la Casa Blanca, Judd Deere, afirmó que Estados Unidos no participará en la iniciativa COVAX. Esta decisión aislará al país de los esfuerzos coordinados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Alianza Global para vacunas e Inmunización (Gavi) y la Coalición para las Innovaciones en Preparación para Epidemias (CEPI) por promover una plataforma global para la fabricación y distribución equitativa de vacunas para inmunizar a la población mundial contra el virus Sars-Cov2.
Ello representa un paso más en el distanciamiento con la OMS que el gobierno de Donald Trump ha implementado de forma paulatina desde que anunció el retiro de Estados Unidos de la organización el 29 de mayo de 2020. “Estados Unidos continuará involucrando a nuestros socios internacionales para asegurar que derrotamos este virus, pero no nos veremos limitados por organizaciones multilaterales influenciadas por la corrupta Organización Mundial de la Salud y China“, agregó Deere en el comunicado del 1 de septiembre.
La alternativa del gobierno republicano para responder a la demanda de una vacuna es la llamada Operation Warp Speed, dedicada a la fabricación y distribución de 300 millones de vacunas y tratamientos para pacientes de coronavirus tan pronto una sea aprobada. Dos vacunas nacionales, las de los laboratorios Moderna/Pfizer y BioNTech, esperan comenzar pruebas clínicas de fase 3 en septiembre. Sobre este programa, Deere agregó que el gobierno “No escatimará en gastos para asegurar que cualquier nueva vacuna mantenga los estándares de seguridad y eficacia de nuestra propia FDA [Food and Drugs Admnistration], además de que sea probada a fondo y salve vidas.”
En contraste con esto, el titular de la FDA, Stephen Hahn declaró el 30 de agosto de 2020 en entrevista para el Financial Times que la administración está preparada para dar luz verde a las vacunas lo más pronto posible, aún sin haber finalizado las pruebas clínicas de fase 3. Esto acarreó polémica y, en un comunicado emitido el lunes 31 de agosto, Mike Ryan, jefe del programa de emergencias de la OMS, afirmó que la preparación de una vacuna no puede tomarse a la ligera: “Si se actúa con demasiada rapidez para vacunar… a millones de personas, es posible que se pasen por alto ciertos efectos adversos”.
Por su parte, el director de la OMS, Tedros Adhanom, alertó sobre el “nacionalismo de vacunas” y ha enfatizado en varias ocasiones que una estrategia global y colectiva está en los mejores intereses de cada país, argumentando: “Esto no es un tema de caridad, hemos aprendido de la forma difícil que la solución más rápida para terminar esta pandemia y reabrir las economías es proteger a las poblaciones de mayor riesgo en cualquier país del mundo, en lugar de a las poblaciones enteras de unos cuantos países.”
El 6 de julio de 2020, el ejecutivo de Estados Unidos envió una misiva a la OMS anunciando su retiro formal de la organización y, por tanto, de cualquier intento de la nación de participar en la plataforma COVAX. Al 2 de agosto de 2020, la OMS registra 172 países interesados en reunir fondos destinados a la fabricación de hasta dos billones de vacunas para 2021 y dirigirlas primordialmente hacia naciones y comunidades vulnerables, que se encuentren en desventaja para absorber los costos y acceder a la cadena de producción.
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