Por: Rafael Alejandro Márquez Martínez
Las enfermedades y pestes no son para nada nuevas, pues forman parte del desarrollo mismo de la humanidad y por ende, están plasmadas en su historia. No se puede hablar por ejemplo de la Edad Media a sus finales y el principio del Renacimiento italiano sin abordar la terrible peste negra del siglo XIV que acabó con un tercio de la población mundial y diezmó en grande las ciudades europeas.
Actualmente nos enfrentamos al coronarivus, pero desde que el ser humano se volvió sedentario y aprendió a establecerse en núcleos poblacionales perfectamente delimitados geográficamente y comenzó a acrecentar sus asentamientos así como sus relaciones entre ellos., las enfermedades han tomado el protagonismo en algunos escenarios de la historia humana, con consecuencias negativas y tal vez positivas dependiendo del análisis que se haga de ellas. Estas epidemias transformaron las sociedades de la época no solo de una manera material en vidas humanas, si no en la misma forma de como el ser humano se concibe como especie y su propósito mismo de existir, sin dejar de lado el progreso científico y filosófico.
A continuación daremos un breve recorrido histórico para conocer dos de las epidemias que han asolado a la humanidad y han sido factor decisivo de cambio en el devenir de la civilización antigua, medieval y renacentista.
- PESTE DE JUSTINIANO
El imperio bizantino, visto como heredero del Imperio Romano de Occidente, era gobernado por el emperador Justiniano (482 a.c – 565 d.c) desde el 527. Bizancio gozaba de un vasto esplendor que se veía reflejado en la imponente catedral que se erigió en Constantinopla (actual Estambul, Turquía) como símbolo de la ciudad y del poder bizantino; bautizada con el nombre Santa Sofía fue construida entre el 532 y 537 sobre las ruinas de una iglesia destruida por una revuelta que amenazó con derrocar a Justiniano; para el 537 era la iglesia de mayor envergadura de la cristiandad. Además las recientes reconquistas de las tierras de Italia y del norte de África que habían pertenecido al poderoso Imperio romano, le habían traído al imperio el prestigio de un digno sucesor de Roma, a la par Justiniano sostenía una guerra contra los persas por el dominio de Siria.
En el 541 la primera pandemia pestífera de la que se conservan fuentes escritas llegó de Etiopía a la capital del imperio Bizantino que al momento contaba con alrededor de 800.00 habitantes. La ciudad imperial se amontonó de personas enfermas con bubones que crecían, maduraban y que si se drenaban tenían las personas muchas probabilidades de sobrevivir, mientras que si permanecían intactos el desenlace era la muerte. En su clímax la peste justinianea alcanzaba a matar entre 5,000 hasta 10 000 personas diariamente en la ciudad según testigos de la época como Procopio de Cesárea, aunque la cifra probablemente sea exagerada y producto de la histeria colectiva y pánico derivado del descontrol de los servicios sanitarios y de contención de la ciudad.
Arrojar cadáveres desde las murallas de la ciudad hacia el mar, fosas comunes excavadas de manera improvisada a las afueras de la ciudad del otro lado del Cuerno de Oro para depositar cuerpos y barcos que recogían los cuerpos de la ciudad fueron algunas medidas que se tomaron frente al número de muertos que la peste cobraba día a día. El propio emperador Justiniano contrajo la peste y para llenar este vacío de poder momentáneo, su esposa Teodora tomo las riendas del gobierno hasta la recuperación de su esposo. La desesperación e histeria colectiva llevó a la población a volver a prácticas “paganas” para tratar de remediar la tragedia. Como consecuencia la economía quedó golpeada, el emperador promulgo leyes sobre los derechos y deberes de los herederos de quienes morían sin testamento ante el rápido deceso de la población, los territorios recién reconquistados se perdieron, pues el ejército imperial se vio diezmado y facilitó el desarrollo de pueblos barbaros en la región. La capital del imperio había perdido casi el 40% de su población y en todo el imperio cerca de 4 millones de personas murieron. Este acontecimiento para algunos historiadores significó una de las líneas divisorias definitivas entre el ocaso de la edad Antigua y la floreciente Edad Media.
- PESTE NEGRA
Europa vivió a mediados del siglo XIV (1346 a 1353) el terror de la peste negra que ya había atacado en siglos atrás pero jamás con tal ferocidad y rapidez de propagación. Se ignoraba tanto su causa como la cura. Transportada en las pulgas de las ratas así como en la ropa de las personas que durante la Edad Media rondaban en los mercados, grandes ciudades y embarcaciones, llegó a ser para la población medieval de una Europa dominada por la religión, el castigo de Dios por los pecados de la humanidad así como un mal atraído por los judíos quienes fueron perseguidos por esta creencia. La peste alcanzó a diversas ciudades como las poderosas y boyantes ciudades- estado de la Toscana. Florencia, Siena, Bolonia, entre otras, vieron su población reducirse bruscamente al caer la gente enferma y desarrollar enormes ámpulas negras (bubones) en el cuello, ingle y axilas que al romperse despedían un olor fétido. El famoso humanista y escritor renacentista Giovanni Boccaccio quien vivió la llegada de la peste, es su libro El Decamerón plasma la ferocidad de la enfermedad. Como consecuencia los 80 millones de europeos quedaron reducidos a tan sólo 30, cerca de la mitad de la población total de Europa murió entre 1347 y 1353. Significo además uno de las líneas divisorias entre el ocaso de la Edad Media y el inicio del Renacimiento. La peste contribuyó al desarrollo de la prevención sanitaria, pues las Juntas de Sanidad establecidas en Florencia y Venecia en 1348 para paliar los innumerables problemas que generaba la peste sentaron un precedente. Además, en el paso del siglo XIV al XV los mitos que rodeaban al cuerpo humano, que empezó a investigarse desde un punto de vista médico fueron desapareciendo. La representación renacentista del hombre como un ser bello y proporcionado despertó el interés por la anatomía, y, desde esta ciencia, la curiosidad se extendió también hacia la fisiología. La peste negra contribuyó a un cambio de percepción sobre la manera de vivir y morir que transformaría radicalmente al hombre medieval.
Bibliografía
- Boccaccio, G. “Decamerón”, Penguin Random House, 2013, México.
- Gonzálves Cravioto, E y García I. “Una aproximación a las Pestes y pestilencias en la Antigüedad”, UNED. Espacio, Tiempo y Forma, 2013. Recuperado de:
file:///C:/Users/Rafael/Downloads/13738-21685-1-SM.pdf
- Benedictow, O, “La Peste Negra (1346-1353). La historia completa”. Akal, Madrid, 2011.
- National Geographic Historia. “La peste que asoló el imperio de Justiniano”, 2020., de:
https://historia.nationalgeographic.com.es/a/peste-que-asolo-imperio- justiniano_13631/1
- Cristina, R. G. “La peste a lo largo de la historia”. Servicio de Epidemiología. Agencia de Salud Pública de Barcelona. CIBER Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP). 2019, Madrid, recuperado de : http://www.enfermedadesemergentes.com/articulos/a726/4_REVISION_ENF-EMERG003-2019_cristina-rius.pdf
Rafael Alejandro Márquez Martínez Alumno de la Facultad de Derecho de la UNAM