Por Erick A. Medina
México, el país del eterno retorno: Existen malas condiciones, que a su vez generan malos gobernantes y estos, generan malas condiciones. Existe la corrupción, los anhelos de un pasado glorioso que ya no existe, añoramos al primer mundo mientras nos apenamos de nuestros problemas actuales. corrupción, narcotráfico, crisis sociales. el infierno.
A México hoy y más que nunca, le urge una identidad renovada. Reconocernos como pueblo en común y no como partidarios de ciertas ideologías políticas que solo nos dividen. La ideología correcta es la que también busca un bienestar para nuestros enemigos y de esas ya no quedan muchas. O eres azul o eres rojo, o eres derecha o eres izquierda. Hoy en día olvidamos que somos mexicanos en común.
Surgen movimientos extremistas que buscan rescatar un pasado glorificado, figuras históricas a quienes se les justifica sus crímenes siempre bajo el lema “el amaba a su país”, amaba a su país pero lo desangraba cual hijo que muerde el seno de su madre.
Hoy las leyes que se establecieron hace poco más de 100 años no son más que burlas, como decía thoreau: “La leyjamás hizo a los hombres un ápice más justos”, obedecemos más los mandamientos de la iglesia que las mismas leyes de tránsito de nuestra ciudad.
El narco es motivo de interés para la sociedad, tanto que se vende muy bien las narco historias en cadenas importantes de televisión no sólo mexicanas sino también estadounidenses.
Se olvida el mero arte de pensar por nuestra cuenta. Los gobiernos tratan a sus ciudadanos como padres a hijos y lo peor, el pueblo acepta esta relación. Esto da cabida a que exista una prepotencia por parte de los gobiernos, sin que estos recuerden que son servidores del pueblo mismo, el poder recae en el pueblo y no al revés.
Hoy el pueblo mexicano permanece en un sueño del que tarde o temprano debe despertar. Donde la política no sea un trabajo y pase a ser un servicio a la comunidad, donde el pueblo sirva de mismo contrapeso ante el poder. Cuando el pueblo se atreva a pensar y ponga incómodo a la sociedad política, el día en el que los gobernantes asuman que sin el pueblo no hay gobierno, pero que sin gobierno si hay pueblo, cuando la calidad de vida de la población sea prioridad ante todo, más que el fin económico que actualmente es mal distribuido, y finalmente cuando el poder político asuma su labor y comience a hacer política auténtica y no solo estar de grilleros .
El proceso de cambio es real y será doloroso entre más se aferren los poderes a no renovarse, a no cambiar el modus operandi de la política mexicana, “negociar esperanza“ diría Napoleon. La sociedad mexicana es una bomba de tiempo a la cual se le acumulan desilusiones políticas, una tras otra, y conforme pase el tiempo observaremos mayor violencia en su forma de manifestarlo, pues nos encontramos ante un estado que les ha fallado y no parece tener la disposición de cambiarlo. y entonces la burbuja se acercara al alfiler para reventar, no sería la primera vez que ocurre. El mundo también se encuentra en medio de un proceso de transformación al igual que ocurrió en el siglo XVIII y XIX, quizá sea hacia una nueva ilustración o tal vez sea hacia un nuevo oscurantismo.