Por Angélica de la Peña Gómez
A confesión de parte, relevo de pruebas. No hay duda, lo reconoció en su mañanera el Presidente López Obrador: la iniciativa para agregar un transitorio al dictamen sobre reformas a la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación para ampliarle dos años más en la Presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación a Arturo Zaldívar, es suya; él ordenó se incluyera alevosamente.
Con toda la influencia que tiene quien vive en Palacio Nacional, ordenó al Sen. Monreal de Morena y coordinador del grupo mayoritario en el Senado acatar la orden; pero tenía un problema, el dictamen de reformas que fue acompañado por el Consejo de la Judicatura no incluía la perversa idea de ampliar dos años el mandato de quién también preside el CJF. Y no podría estar en el debate parlamentario y de dictamen, porque una reforma de tal magnitud, corresponde discutirla al poder reformador de la constitución por tratarse de materia que reformaría, en su caso, el artículo 97 de la CPEUM y nunca hubo iniciativa con tan intención.
Se imaginan el debate que se daría ante semejante pretensión? Darle dos años más al Ministro Presidente de la Corte y del CJF, quién ha sido obsequioso -y abierto simpatizante de AMLO- es propiciar la descomposición del equilibrio pétreo de la República sobre la división de Poderes. Es quitar las barreras -hoy endebles- de la separación del Poder Judicial respecto del Poder Ejecutivo, es continuar la ruta de AMLO de desaparecer todas aquellas instituciones que le impiden hacer lo que quiera con el país con todas y todos nosotros adentro. Es volver a revivir lo que más dice odiar: el autoritarismo del porfiriato.
Entonces, ¿quiénes son los conservadores Señor Presidente?
¿Quienes respetamos la división de poderes y trabajamos desde hace 25 años para concretarlo legalmente porque es lo más democráticamente progresista ? ¿Quienes pugnamos -y Usted lo sabe- por acotar el presidencialismo y avanzar hacia un sistema más plural y democrático?
La vulgar argucia de aprobar la adición de un transitorio propuesta de manera indirecta por un senador del PVEM, fue un albazo que, más allá de los procedimientos parlamentarios, constituye una clara violación constitucional y una muestra más de la voluntad del presidente de someter a la SCJN y terminar con cualquier contrapeso que pudiera derivarse de la autonomía e independencia judicial.
Esperemos que la Cámara de Diputados corrija esta intentona golpista que altera flagrantemente el orden constitucional y democrático.
Esperemos prevalezca el deber de las y los diputados de no trastocar en un transitorio espurio, a la Constitución.
Todos los días hay indicios de que este gobierno tiene pretensiones dictatoriales, se evidencia su ímpetu conservador y de ultraderecha ¡que no nos engañe! Ningún dictador trabajó solo para llegar a ejercer el poder unipersonal, la estrategia de todos en la historia de la humanidad, fue allegarse de simpatizantes que coadyuvaron para su propósito por comisión -como aconteció en el Senado- o por omisión. Hoy nadie que se declare demócrata y respetuoso de la CPEUM puede quedarse callado.
El regalo a Zaldívar es una manzana envenenada que beneficia a AMLO en sus propósitos autoritarios y abre la puerta para concretar sus anhelos reeleccionistas invocando a la voluntad popular. Así es como asesinan a las democracias.
Artículo publicado el 19 de abril del 2021 en El Sol De México