Por: H.P. Bryan Armando
Si hay algo que ha caracterizado a este gobierno, es la forma en la que AMLO retoma elementos judeocristianos para hacer política, ya que explota el “arte del pastoreo” al convertir a sus simpatizantes en meros acarreados que solamente sirven para el voto masivo y llenar eventos, bajo la promesa de la “salvación” que el país tanto necesita. Este argumento tan básico y a su vez tan eficaz, solo reproduce la unidad paradójica de la desunión que propaga la desintegración, el conflicto y las contradicciones.
Esta “salvación” que ha venido profetizando desde hace más de dos décadas, deja muy claro que no será posible durante su sexenio, pues el cambio llegará cuando muera y resucite al tercer día, para juzgar a vivos y muertos, como lo ha escrito en “sus otros datos”.
Sin embargo, no lo culpo si quiere continuar con su teatro, pero ¿Por qué dispone a comportarse como un niño berrinchudo que tiene la necesidad de llamar la atención de una u otra manera? Pues tiene el impulso de crear discursos de odio para conminar y agredir a todos aquellos que él considera peligrosos, que atentan contra sus intereses e incluso, hacia el pueblo que no comparte sus pensamientos.
Estas acciones se ven reflejadas en la hegemonía política llevada a los extremos, que funge como el motor de su gobierno, donde la separación de los mexicanos comienza con la elección de pertenecer al rebaño de los creyentes o aceptar la etiqueta de ser un traidor de la patria.
Lastimosamente, los que optaron por ser parte del rebaño, son los borregos unidimensionales que abandonan la capacidad de crítica al consumir la mañanera, como si de siluetas al interior de una cueva se tratara, pues al hacerles creer que están informados sobre las problemáticas que se sufren cotidianamente, piensan que tienen la capacidad de formular opiniones propias, sin tomar en consideración que están repitiendo como pericos las palabras de su “salvador”. No obstante, estos corderos no se dan cuenta que reiteran la violencia sistémica estructural, con los ataques hacia los aspirantes de la oposición y alimentan la hegemonía con la idolatría de las corcholatas.
Desde una perspectiva sociológica, el ejército de borregos de MORENA expresa el sentido literal del término sujeto, pues se encuentran sujetos, atados, amarrados a una identidad ficticia, en la que les ha arrancado el poder de decisión, al meterles la idea que el ser aspiracionista está mal; el hacerles creer que pensar por ellos mismos, no es una opción; el internalizarles el concepto de si no estás conmigo, estás en mi contra; el suponer que la superioridad moral, no sea sinónimo de narcisismo… el poetizar que el país se va a levantar con gente conformista, con los enajenados que solo sirven como la masa de un partido político para mantenerlo en el poder, al repetir con orgullo “voto masivo a MORENA” o “es un orgullo estar con Obrador” como si esa fuera la solución real a problemas reales.
Este endulzamiento de palabras son las consecuencias de la falta de resultados, acciones y respuestas de la agenda presidencial (la 4T), además de la preocupante disposición de las corcholatas al estar anticipadas a cambiar su libertad y dignidad con tal de sentarse en la silla presidencial. No dudo que con esos “líderes” y el seguimiento de la 4T pronto se concrete en la transformación de quinta que termine hundiendo este barco que lleva de nombre México.
En cambio, no negaré que la oposición necesita de la ayuda de los borregos que todavía no deciden salirse del rebaño, de esos borregos que quieren quitarse la venda de los ojos y no quieren seguir siendo parte del problema, pero les da miedo la etiqueta de traidores. Esta lucha no es por ideologías, no se trata de si eres de izquierda, derecha o centro, no se trata en replicar la hegemonía política y poner unos contra otros… esta lucha es por la salvación del país, es para rechazar el autoritarismo de Obrador y su séquito que quieren volverá replicar el modelo del Maximato, para volverse los títeres de un dictador que solo quiere alimentarse de poder.
Como reflexión final, el engaño más grande y banal que pueda hacerse un mexicano, es ponerse el traje de borrego y actuar como tal sin medir las consecuencias a futuro, ante el miedo a ser llamado traidor por su amado líder, ya que esta lucha se va a demorar hasta que todos la hayan comprendido, y solo se podrá comprender hasta que ésta sea derrotada. Por ello, si los mexicanos no quieren seguir sufriendo otro sexenio con una persona incompetente en la presidencia, que solo sabe quejarse y hacer berrinches, les recomiendo que se pongan su etiqueta de traidor y salven a México, pues aún hay muchos que repiten con orgullo “voto masivo a MORENA” y “es un orgullo estar con Obrador”.
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