A raíz de la emergencia sanitaria por la pandemia de Covid-19, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha aprobado 17 mil 600 millones de dólares de asistencia financiera para mitigar complicaciones económicas en decenas de países en todo el mundo. En la región de América Latina y el Caribe, los países que han recibido este apoyo son Bolivia, Costa Rica, República Dominicana, Dominica, Ecuador, El Salvador, Granada, Haití, Panamá, Paraguay, y Santa Lucía; un tercio del total, con una cifra de desembolsos de 3 mil 483 millones de dólares.
Debido a la necesidad de ser aprobadas oficialmente para figurar en los fondos totales, el FMI indica que la cifra tiene probabilidades de crecer en los próximos días, en especial porque América Latina y el Caribe enfrentan las dificultades económicas meses después de la declaración oficial del Covid-19 como pandemia por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Sin embargo, con base en la participación del FMI durante las crisis de estos países, suscitadas partir de la década de 1980, diversos especialistas en materia económica han cuestionado el papel que desempeña la institución, así como sus intereses al tratar los desembolsos billonarios a través de la liquidez, deuda pública, y énfasis en expedición de créditos, en lugar de remitirse a la crisis de solvencia directamente, como refiere la postura del economista Barry Eichengreen.
De acuerdo con los economistas Jeffrey Sachs y Michael Patrick Dooley, cuya posición se conoce desde 1986 y 1993, respectivamente, la estrategia del FMI consiste en emitir desembolsos para que los bancos comerciales reciban sus pagos de intereses a tiempo y aseguren un periodo considerable en la transferencia de recursos desde los deudores a los acreedores; asimismo, con la premisa forzada de intereses mutuos, y complicaciones derivadas de una inflación pronunciada, se asegura un periodo de liquidez para continuar con el pago de las deudas.
El historial de reformas políticas en América Latina sugiere que aquellos países en relaciones unilaterales con los servicios deudores tienen altas probabilidades de experimentar un deterioro económico acelerado, como en caso de Perú y Brasil. Por otro lado, en países con retrasos de ajustes macroeconómicos, la evidencia apunta a que la situación tiende a empeorar luego de los préstamos; Argentina y Brasil son los principales ejemplos de este segundo caso.
La situación en Argentina es uno de los elementos centrales de referencia para diversos especialistas en economía al abordar las críticas de la intervención del FMI. Ya que, en 2001, una deuda de 100 mil millones de dólares generó la peor crisis económica de su historia. Actualmente, las autoridades requieren asignar fondos e iniciativas con objeto de resolver los estragos de la crisis, así como solventar los 40 mil millones de dólares brindados por el FMI, que conforman casi la mitad de la deuda total.
Notipress