Por Tania Roque Medel
La realidad nacional actual es tan convulsa y violenta, que resulta inadmisible que la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) se haya tornado en una institución al servicio del Ejecutivo federal, que calla ante violaciones de los derechos humanos, con tal de cumplir con el pacto de silencio que suponemos llevó a la señora Rosario Piedra Ibarra a la titularidad de este organismo, supuestamente autónomo.
La violencia va en un ascenso rampante y la inseguridad hace suyas diversas regiones de nuestra Nación; tenemos niños de 6 años entrenando militarmente en el estado de Guerrero, y ante ello, no vemos a una ombudsperson comprometida con el cumplimiento de los derechos humanos.
Por el contrario, la CNDH se pierde en los ecos del silencio de su titular, quien sólo considera brindar respuestas escuetas y cifras que no son acompañadas de una estrategia institucional para garantizar el cumplimiento de los derechos humanos en México, como sucedió la semana pasada durante su comparecencia ante la Comisión Permanente del Congreso de la Unión.
La sinrazón y el encubrimiento llega a ser tal, que las voces críticas fueron acalladas. La presidencia en turno de la Comisión Permanente sometió a votación la posibilidad de que Porfirio Muñoz Ledo hiciera uso de la voz para mostrar a la presidenta de la CNDH, una serie de videos en los que se mostraba a la Guardia Nacional haciendo uso de la fuerza contra migrantes sudamericanos cuando intentaban entrar a nuestro país.
Ante la Nación quedó demostrado que la mayoría legislativa de Morena, negará la posibilidad de manifestar críticas y desacuerdos al gobierno federal.
Debemos reiterar que todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos. En torno a esta idea es que existe la CNDH en México, representa un sistema jurídico para la defensa, protección y promoción de los derechos humanos.
De acuerdo con Eduardo Ferrer Mac-Gregor, esta arquitectura institucional debe vigilar los derechos humanos, con una dimensión multinivel: universal, regional y nacional. Dentro de este entramado jurídico, la figura de la ombudsperson cumple un rol esencial, al ser, en muchas ocasiones, el primer eslabón de ese sistema multinivel de protección.
Debe ser el fiscal de la actuación del Estado en la protección de los derechos humanos y crear conciencia sobre la importancia de estos. Es un ‘termómetro’ de las grandes problemáticas sociales de una democracia.
Si reflexionamos respecto del papel que debe cumplir la titular de la CNDH, surgen varias dudas respecto de la tarea que desarrolla actualmente Rosario Piedra Ibarra. Desgraciadamente, hasta la fecha la actuación de la titular de la CNDH ha dejado mucho por desear. Deberemos estar pendientes y ejercer nuestra crítica para señalar las omisiones en las que pueda caer en su ejercicio la CNDH.
La coyuntura nacional exige que hoy más que nunca, el paradigma de vigilancia y protección de los derechos humanos sea defendido y promovido entre la ciudadanía. Hoy más que nunca nos urge una cultura de la paz y la no violencia.
Hoy más que nunca nos urge en la CNDH, una persona comprometida con la defensa y promoción de los derechos humanos.