Pantalla Chica
Por Pablo Gómez Saenz
Los avances tecnológicos en computación y la consecuente capacidad de creación de imágenes artificiales es ya un asunto que en casi todos los contenidos de ficción tiene un lugar propio. Y en algunos géneros narrativos son la base sobre la que se arman infinidad de escénas.
Es sorprendente lo que se puede llagar a hacer a partir de la creación de imágenes digitales: podemos crear mares furiosos, bosques, el espacio exterior, inmensas batallas, ambientes irreales, y un gran etcétera.
Por un lado existen los efectos especiales que se realizan en el set o en locación. De los más communes podemos destacar las peleas, algunas batallas, la persecución de coches, simular que un personaje vuela y muchísimos otros. Aquí intervienen las manos de un grupo de expertos que realizan unas muy complicadas coreografías para que el espectador goce de una reproducción de imágenes profundamente realista.
Y hablo de expertos, porque lo que hacen, diseñan y construyen require un manejo muy sofisticado de escenas de acción o magia y la puesta en práctica de ejercicios de alto riesgo, del manejo de materiales tóxicos o explosivos y otro gran etcétera.
Los llamados efectos especiales tienen la misma edad que el cine. Desde el principio los realizadores del incipiente cine mudo empezaron a manipular la realidad, creando memorables cortometrajes llenos de ingenio, creatividad y gracia.
Vale la pena subrayar los increíbles avances de los efectos especiales en el área de maquillaje y caracterización. Detallada labor que es manejada por experimentados en la material. Artistas que trabajan sobre el cuerpo humano.
Y por el otro lado se encuentra lo que genéricamente se denomina efectos de post producción. Todo aquello que en la realidad es imposible de reproducir, se trabaja en las salas de edición y post producción, con el material originalmente filmado o grabado. Y es ahí se dan vuelo en la manipulación computarizada de dicho material.
El uso de efectos digitales debe estar programado desde el guión, es decir, a la hora de estar grabando o filmando cualquier escena ya se debe saber con certeza que dicha escena será manipulada digitalmente.
En parte derivado de las posibilidades anteriormente comentadas, pero también por su propio poder narrativo, las series y películas de fantasía han reclamado ya su propia consideración como género dramático. Incluyen magia, mundos exóticos e irreales, personajes y criaturas no humanos, mundos que no existen. La literatura fantástica y la fantasía propia de la infancia han sido fuente inspiradora para estos relatos inverosímiles, pero muy atractivos. Y en las plataformas digitales, nuevamente encabezada por Netflix, hay múltiples muestras de que en efecto tienen un nutrido grupo de espectadores, y de todas las edades.
Finalmente otros géneros que tienen su lugar propio en este abanico son el histórico, el western y el policíaco.