En la comunidad lo conocen como “Beto agua”, ya que es el responsable de supervisar el adecuado funcionamiento y mantenimiento del sistema de agua potable de la cabecera municipal. Hace unos meses, comenzó a tener problemas de salud. Las señales de alerta para él y su familia, fue la disminución de fuerza, mareos, falta de apetito y la consecuente pérdida de peso.
Acudió al médico de primer nivel en su comunidad, quien no supo determinar qué sucedía, ante lo cual debió trasladarse a Acapulco para dar seguimiento médico en el Seguro Social.
Al llegar, encontró a otros tres paisanos de su municipio, junto con ellos tuvieron que esperar tres días para que les asignaran una cama, en tanto, estuvieron en un pasillo en un pequeño catre que les prestaron.
Una vez que Beto pudo recibir atención médica, le solicitaron pagar un estudio que se realizaría en la Ciudad de México, para determinar con precisión el diagnóstico: cáncer de colon.
Una vez que supieron qué sucedía, la familia de Beto solicitó al Seguro Social que le brindaran atención médica para cuidar su salud, sin embargo, se le dijo que deberían llevar a Beto a su domicilio, ya que la enfermedad ha avanzado a tal grado que, por desgracia, en este momento Beto ya no tiene un buen diagnóstico. Él ya no tiene fuerzas para comer, ni para hablar. Tristemente, está en cama, sólo con la esperanza de mejorar.
El cáncer es uno de los mayores retos para la salud pública en México y en el mundo. De algunos años a la fecha, los tumores malignos se han convertido en una de las principales causas de mortalidad a nivel mundial lo que, sin duda, impone un enorme reto en materia de implementación de políticas públicas destinadas a abatir el avance de este mal.
El término cáncer engloba a poco más de 100 diferentes tipos de la enfermedad que tiene como característica principal el rápido y desordenado crecimiento de células anormales (Bustamante, Marín y Cardona, 2012). En la mayoría de los casos se trata de padecimientos crónico-degenerativos, por lo tanto, sus incidencias y tasas de mortalidad tienden a incrementarse con la edad. Asimismo, se han identificado tipos de cáncer más comunes en mujeres que en hombres y viceversa, así como otros exclusivos por sexo. Ejemplo de esto son las neoplasias malignas que se desarrollan en el aparato reproductor.
En México, desde la década de los años setenta, el cáncer se ha ubicado entre las diez principales causas de muerte, “para 1990 ocupó la segunda posición hasta 2004, periodo donde descendió un lugar mismo que ocupa hasta 2014, año en el que representó el 12.2% de las defunciones, únicamente por debajo de las enfermedades cardiacas (19.2%) y la diabetes mellitus (14.8%), así mismo la mortalidad por neoplasias fue mayor en mujeres (13.97%) que en hombres (10.74%). El 43.7% de las muertes correspondieron a población en edad productiva (15-64 años) y 54.4% a población adulta mayor (65 años o más). Tumores como son próstata, tráquea bronquios y pulmón y estómago son los que más afectan al género masculino representando 36.1% de los fallecimientos, mama y cérvico-uterino constituyen el 25.7% de las defunciones en lo que se refiere a población femenina”.[1]
Las proyecciones ponen de manifiesto el grave problema que se está gestando respecto a la mortalidad por cáncer en el país.
En la coyuntura actual, resulta indispensable que el gobierno federal responda a la altura, mediante estrategias para el control y prevención del cáncer. Es urgente que se reconozca y resuelva el desabasto de medicamentos contra el cáncer.
Esta grave crisis en el sector salud, está poniendo en riesgo la vida de miles de personas. Decir que los pacientes deben esperar a que se resuelva el tema de las compras consolidadas, es criminal.
El cáncer no espera.
[1] Epidemiología del cáncer en México: carga global y proyecciones 2000-2020, Nancy Reynoso-Noverón Unidad de Epidemiología, Instituto Nacional de Cancerología, página 10,
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