POR MARIANA AMAPOLA NOLASCO MARCELO
El feminismo como movimiento social ha implicado la búsqueda de la igualdad de derechos tanto para hombres como para mujeres, así como una lucha por derrocar un sistema lleno de injusticias, desigualdades y situaciones que violentan Derechos Humanos y a las mujeres que se encuentran dentro del mismo.
Sin embargo el conocimiento de los factores y de los conceptos básicos que implica el movimiento y las diversas luchas que se derivan del mismo resulta relevante sobre todo en los ideales y resultados que se plantean, así como en un correcto entendimiento difusión y objetividad de los mismos.
Patriarcado:
La antropología ha definido el patriarcado como un sistema de organización social en el que los puestos clave de poder (político, económico, religioso y militar) se encuentran, exclusiva o mayoritariamente, en manos de varones. Ateniéndose a esta caracterización, se ha concluido que todas las sociedades humanas conocidas, del pasado y del presente, son patriarcales.
Es evidente que no todas las sociedades se ajustan a la definición de patriarcado de la misma manera ni con la misma intensidad. En otro lugar, he distinguido entre patriarcados de coerción y patriarcados de consentimiento.
- “patriarcados de coerción” mantienen unas normas muy rígidas en cuanto a los papeles de mujeres y hombres. Desobedecerlas puede acarrear incluso la muerte. Este tipo de patriarcado puede ilustrarse de manera paradigmática con el orden de los muhaidines en Afganistán, que recluyó a las mujeres en el ámbito doméstico y castigó duramente a quien no se limitara estrictamente a los roles de su sexo.
- El segundo tipo, en cambio, responde a las formas que el patriarcado adquiere en las sociedades desarrolladas.
Michel Foucault señaló que con respecto al dispositivo de sexualidad y al poder en su conjunto, con la modernidad, la coerción deja su lugar central a la incitación. Así, no nos encarcelarán ni matarán por no cumplir las exigencias del rol sexual que nos corresponda. Pero será el propio sujeto quien busque ansiosamente cumplir el mandato, en este caso a través de las imágenes de la feminidad normativa contemporánea (juventud obligatoria, estrictos cánones de belleza, superwoman que no se agota con la doble jornada laboral, etc.). La asunción como propio del deseo circulante en los media, tiene un papel fundamental en esta nueva configuración histórica del sistema de género-sexo.
Como bien nos recuerda Celia Amorós en La gran diferencia y sus pequeñas consecuencias… para las luchas de las mujeres (Cátedra, 2005), el patriarcado no es una esencia, sino un sistema metaestable de dominación ejercido por los individuos que, al mismo tiempo, son troquelados por él. Todos formamos parte de él y estamos forjados por él pero eso no nos exime de la responsabilidad de intentar distanciarnos críticamente de sus estructuras y actuar ética y políticamente contra sus bases y sus efectos.
Machismo:
El machismo es “una serie de conductas, actitudes y valores que se caracterizan fundamentalmente por una autoafirmación sistemática y reiterada de la masculinidad; o como una actitud propia de un hombre que abriga serias dudas sobre su virilidad… o como la exaltación de la condición masculina mediante conductas que exaltan la virilidad, la violencia, la ostentación de la potencia sexual, de la capacidad para ingerir alcohol o para responder violentamente a la agresión del otro; en suma, el machismo es la expresión de la magnificación de lo masculino en menoscabo de la constitución, la personalidad y la esencia femenina; la exaltación de la superioridad física, de la fuerza bruta y la legitimación de un estereotipo que recrea y reproduce injustas relaciones de poder”.
“Notas de machismo en México”
“El machismo aparece con el mestizaje, la transculturación dramática por la forma violenta que los españoles imprimían en su unión con las indias. Sin embargo, en el mundo prehispánico también la mujer era considerada un ser devaluado, inferior, sin derechos”- Jiménez, Ernestina
Lewis encontró que las características del machismo mexicano “…no están limitadas a la cultura de la pobreza, sino que también se encuentran entre las clases medias y superiores. Sin embargo, es la modelación peculiar de estos rasgos la que define la cultura de la pobreza. Por ejemplo, en la clase media, el machismo se expresa en términos de heroísmo y de falta de temor físico. De manera similar, entre la clase media, la ingestión de alcohol es una afabilidad social, en tanto que entre la clase baja, el emborracharse tiene funciones múltiples y diferentes: olvidar los problemas propios, demostrar la capacidad de beber, acumular suficiente confianza para hacer frente a las situaciones difíciles de la vida”.
Misoginia:
“Debemos entender el sentido de las nuevas misóginas de la era global, como la que ha llevado a los crímenes de Ciudad Juárez. La misoginia a nivel global está produciendo verdaderos espantos”, Celia Amorós.
El término misoginia está formado por la raíz griega “miseo”, que significa odiar, y “gyne” cuya traducción sería mujer, y se refiere al odio, rechazo, aversión y desprecio de los hombres hacia las mujeres y, en general, hacia todo lo relacionado con lo femenino. Ese odio (sentimiento) ha tenido frecuentemente una continuidad en opiniones o creencias negativas sobre las mujeres y lo femenino y en conductas negativas hacia ellas.
Nueva Misoginia
Neo machismo o post machismo. Lorente sostiene que el género masculino ha urdido nuevas tramas para defender su posición de poder y éstas se basan en los supuestos problemas que la incorporación de las mujeres a la vida activa ha tenido, sobre todo, en el ámbito de las relaciones familiares. “Cambiar para seguir igual: ése ha sido el compromiso de los hombres para adaptarse a los tiempos, a las modas y a las circunstancias sin renunciar a su posición de poder, y sin que ninguno de los cambios deteriorara su sólida posición en la estructura social”, afirma Lorente. Es más, añade que muchos de los que se manifiestan como defensores de las mujeres en realidad no lo son. Son los mismos de siempre, con distinta envoltura.
Androcentrismo:
El concepto de acentrismo, a diferencia de la categoría género, hace referencia a diversos aspectos que sirven para entender la desigualdad social, económica y sexual a partir del papel que se ocupa en el centro del poder. Remite, en su utilización conceptual, a la constante construcción simbólica del poder a través de arquetipos de legitimación, es decir que el androcentrismo no funcionaría como trasmisor masivo si no diera cuenta del arquetipo al que está difundiendo en términos unívocos, repetitivos y estereotipados. En este sentido, y debido a la descripción y deconstrucción del aspecto ideológico que el androcentrismo representa, aquí es considerado más apropiado para el análisis que el concepto, menos analítico, de género.
En este sentido, el uso de la categoría androcentrismo es primordialmente relacional y permite ir a la raíz simbólica y compleja de un sistema de pensamiento racista y clasista, sexista y adulto (Moreno, 1988), mostrando que no hay un mundo de las mujeres aparte del mundo de los hombres y que la información sobre unas es, necesariamente, información sobre otros.
Bibliografía:
· Puelo, A. H. (2005). El patriarcado: ¿Una organización social superada? Mujeres en Red. El periódico feminista, 1(1), 2–3. https://www.te.gob.mx/genero/media/pdf/168cdbe84f7f095.pdf
· Varela, N. (2012). LA NUEVA MISOGINIA (1.a ed., Vol. 19). Revista Europea de Derechos Fundamentales. https://dialnet.unirioja.es
· Lugo, C. (1985). Machismo y violencia. Nueva Sociedad, 78(1), 40–47. https://static.nuso.org/media/articles/downloads/1288_1.pdf
· (Jiménez, Ernestina: La mujer delincuente, UNAM, México, 1984; Lugo, Carmen: “El valle de lágrimas de la mujer prehispánica”, Revista Comunidad, CONACYT, julio de 1980.)
· ROVETTO, F. (2010). Androcentrismo y medios de comunicación: La representación de las mujeres en la prensa de actualidad. Cuadernos.Info , (27), 43-52. https://doi.org/10.7764/cdi.27.21