Por Martha Díaz Reyes
Tras las indicaciones para combatir el COVID-19 del subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell algunas mexicanas y mexicanos han optado por resguardarse en sus hogares. Otros, por desgracia, no pueden hacerlo. Sin embargo deben tomarse la medidas necesarias para disminuir el riesgo de contraer el virus.
Debemos desinfectar artículos de uso común y personal, lavar constantemente nuestras manos y mantener la vivienda que habitamos desinfectada. Normalmente las mujeres fungimos como consejeras, mediadoras, cocineras, lavanderas… o quienes desinfectamos. Cumplimos con una doble jornada: el trabajo y las tareas del hogar. Si en nuestros trabajos podemos darnos el lujo de guardar cuarentena con goce de salario, es maravilloso; pero si no es una opción, debemos seguir arriesgando nuestra seguridad y cuidarnos del virus.
Cualquiera pensaría que el hogar es un lugar confortable y seguro, pero, ¿qué pasa cuando el agresor se encuentra en tu hogar? Toda la idea se modifica. Es un espacio en donde te sientes insegura, incluso no puedes dormir con tranquilidad. En estos casos una cuarentena significa convivir con tu agresor y no tener un respiro de él, no tener a huir de ese infierno.
La violencia doméstica surge cuando se controla y ejerce poder contra la pareja sentimental. Incluye abusos de varios tipos: físico, emocional, sexual, financiero, etc; algunos son más sutiles que otros, pero se mantienen. En la mayoría de las ocasiones la mujer es la víctima y el hombre el agresor. No importa la edad, la etnia, la religión o el contexto socioeconómico en el que se encuentre la mujer, no existe un prototipo de mujer maltratada, cualquiera de nosotras puede ser víctima de la violencia doméstica.
Este tipo de violencia podría ser un paso hacia el feminicidio, por lo que es importante, en caso de que conozcamos a alguna padeciéndola, le brindemos ayuda. Podríamos ofrecerle asilo durante la cuarentena, pues el abuso financiero provoca que las mujeres seamos dependientes económicamente de nuestra pareja y es imposible que nos mudemos solas o junto a los hijos/as.
Muchas buscan una entrada monetaria a partir de la venta por catálogo, de dulces, comida, lavando y planchando ropa, de “viene viene”… muchísimas actividades, pero con el aislamiento bajan considerablemente las ventas, por lo que la situación contribuye a resistir la violencia de su pareja.
Aunque existen refugios en la CDMX y algunos Estados de la República Mexicana, son insuficientes dada la cifra enorme de víctimas. Atendiendo a esa incapacidad, es crucial que creemos redes de apoyo para estar comunicadas y auxiliarnos en caso de una emergencia o vivir un episodio de violencia doméstica. Seamos sororas.
Red Nacional de Refugios 55-5674-9695