Investigadores de la Universidad RMIT, en Melbourne, Australia, desarrollaron una piel electrónica artificial capaz de reaccionar al dolor como lo hace la piel humana. Sus creadores esperan que su invento abra el camino al desarrollo de mejores prótesis, una robótica más inteligente y alternativas no invasivas a los injertos de piel.
Según la investigación publicada en Advanced Intelligent Systems, la piel artificial que diseñaron reacciona con la misma velocidad con la cual las señales nerviosas viajan al cerebro cuando la presión, el calor o el frío alcanzan un límite doloroso. Además del prototipo capaz de sentir dolor, el equipo de la Universidad RMIT fabricó tres dispositivos con componentes electrónicos estirables con el fin de mostrar las capacidades de detección de dolor de la piel artificial.
El invento fue registrado con una patente provisional y contiene tres tecnologías pioneras previamente desarrolladas por el equipo de la Universidad RMIT: electrónicos estirables, recubrimientos reactivos a la temperatura, así como células de memoria electrónica que imitan la forma del cerebro de usar la memoria a largo plazo para recordar y retener información previa. El prototipo sensor de presión combina los componentes electrónicos estirables y las células de memoria; el prototipo sensor de calor utiliza los recubrimientos reactivos a la temperatura y las células de memoria y, finalmente, el de dolor conjuga las tres tecnologías.
Previamente, otras tecnologías existentes recurrían a señales eléctricas para imitar distintos niveles de dolor mientras que estos nuevos desarrollos, según los investigadores, se tratan de los primeros somatosensores eléctricos, capaces de replicar características clave del complejo sistema de neuronas, vías neuronales y receptores del cuerpo encargados de la percepción de los estímulos sensoriales.
A finales de agosto, otro equipo de investigadores de la Universidad Nacional de Singapur diseñó una piel electrónica con un sistema nervioso artificial. La piel electrónica codificada asíncrona (ACES, por sus siglas en inglés) que diseñaron utiliza una red de sensores conectados a través de un solo conductor eléctrico, a diferencia de otras pieles electrónicas existentes, dotadas con redes de cables interconectadas, propensas a fallar si se daña un solo punto. Su invento está orientado a utilizarse con robots destinados a colaborar con humanos y es capaz de detectar el tacto mil veces más rápido, comparado con el sistema nervioso humano.
Para 2027, según la firma de investigación de mercado Data Bridge Market Research, el mercado de las prótesis robóticas crecerá a un ritmo del 9.1% de tasa de crecimiento anual compuesto. El aumento de trastornos vasculares, el sobrepeso, la diabetes y la osteoartritis son responsables de un aumento en la cantidad de incidentes de amputación, lo que contribuye al crecimiento de este mercado.
En años recientes, los desarrollos de la robótica, como esta piel artificial capaz de reaccionar al dolor, aumentan las posibilidades de desarrollar en un futuro mejores prótesis en beneficio de la calidad de vida de las personas que necesitan, así como de dotar a robots con capacidades sensoriales similares a las humanas.
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