Por Antonio Medina
La delirante venta de billetes de Lotería en cachitos para la rifa de un avión que no se puede vender, es una vil ofensa a la inteligencia del pueblo pensante y crítico de México en tiempos de la supuesta 4ª Transformación, en la que el “pueblo bueno” e ignorante ha sido engañado una vez más por el hombre que lleva a salto de mata las riendas del país.
Esa venta, que no es venta, recuerda al México surrealista de otros tiempos, que segado por un gobierno experto en la auto-propaganda, repite con exactitud vicios, vilezas y mentiras del pasado.
El tamaño del engaño de esa rifa, que no es rifa, es proporcional a los graves problemas nacionales que el actual gobierno ha generado por ineficacia, obstinación del presidente y decisiones erróneas que parten del odio de López Obrador y su sed de venganza en contra de sus adversarios políticos, lo que ha generado en un sector de la población la enajenación e ignorancia y una defensa a ultranza de su líder a quien le compran esa farsa en cachitos.
Quienes pagan por el engaño del presidente López, contribuyen a la continuidad del gobierno falaz que lucra con los anhelos del “pueblo bueno” y paciente, mientras que en la realidad las cosas siguen igual o peor que antes: no hay transformación de fondo y sí una crisis profunda que pagaremos con creces presentes y futuras generaciones.
Pobre México con este inmoral presidente que se las da de ético cuando en la realidad es exactamente todo lo contrario. Por eso la censura a las voces críticas y los ninguneos del innombrable Paco Ignacio Taibo que sugiere -al más puro estilo del dictador Francisco Franco- a quienes no están de acuerdo con el gobierno de su amigo López, “abandonen” el país.
La rifa del avión presidencial es el distractor perfecto de un gobierno incapaz de levantar el vuelo y que le urge esconder sus errores, las malas decisiones y las promesas no cumplidas.
El Jefe del Ejecutivo Federal delira todos los días en su púlpito mediático e hipnotiza a cultos, pobres, ricos, clasemedieros y criminales en un país que se derrumba ante la debacle económica, de salud, de educación, de empleo, y con una aguda crisis de violencia criminal en las calles de todo México.
Para llegar a su meta en la venta de cachitos, la Presidencia de la República ha obligado a las mismas instituciones públicas de salud para desviar presupuestos etiquetados en gastos corrientes y comprar por mayoreo cachitos de la Lotería Nacional del 15 de Septiembre. Burócratas altos, medios y bajos han sido obligados a solidarizarse y pasan lista de su aporte con patéticas selfies en sus redes sociales.
Rudos militares son apartados de sus tareas marciales y venden cachitos en las inmediaciones de los cuarteles, mientras que empresarios temerosos quedan bien con el mesías y cubren su millonaria cuota sin regateos y pacientes esperarán las cuantiosas ganancias de su inverosímil inversión.
Con esta estúpida acción, el presidente destapa hoyos para tapar otros agujeros en lugar de invertir el dinero como estadista y no como demagogo, que obliga a las instituciones a desviar recursos (es decir, de nuestros impuestos) en lugar de usarlos en los temas que urgen resolverse. Pero el lucro clientelar de su rifa es una inversión del presidente, a quien no le importa desfalcar instituciones o chantajear empleados federales y empresarios.
Los beneficiados del régimen morenista no han tardado en acudir graciosos a mostrar sus chachitos en sus redes sociales para congraciarse con el tirano y los suyos, como si les viera, como si los palomeara, como si su testimonio fotográfico les garantizara hueso o presupuesto a sus corruptas ONG`s.
Este México surrealista hipoteca su futuro con fatuos cachitos de mentira y peculado. Ese es el nivel de la 4a Transformación. Ese es el México de hoy. El que se autoengaña: ¡Delirante!
@antoniomedina41