Por Jesús Zambrano Grijalva
Presidente Nacional del PRD
Quién hubiese imaginado que el presidente Andrés Manuel López Obrador rebasaría por la derecha a gobiernos anteriores y avanzaría como ningún otro mandatario de la época moderna en la militarización de nuestro país. Muy atrás quedó la consigna electorera de regresar el ejército a sus cuarteles, promesa que como tantas otras este gobierno de la mal llamada “Cuarta Transformación” ha olvidado, con lo que demuestra que su objetivo fundamental es el de seguir acumulando poder y no ver por el bien del país, lo cual les resulta secundario.
Por militarización de la vida pública del país se entiende el proceso en donde progresivamente se incrementa la presencia, funciones y poder de las fuerzas armadas en espacios propios de las autoridades civiles. El tema ha venido siendo recurrente durante los dos años de esta administración y ahora más luego de que en días recientes López Obrador declarara que sus obras faraónicas como el Tren Maya, el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles y el aeropuerto de Tulum, serán manejadas por una empresa propiedad de las fuerzas armadas con el fin de supuestamente protegerlas contra privatizaciones futuras. Como si al poner en una balanza a la privatización y a la militarización se tuviera que escoger a la militarización; se trata pues de un falso dilema.
Estas nuevas tareas extraordinarias se suman a las de la administración de los puertos y las aduanas, la compra y distribución de medicamentos para el sector salud, la distribución de los libros de texto gratuitos, la construcción de 2 mil 700 cajeros automáticos para el Banco del Bienestar y próximamente, la dirección de este banco.
Como es visible, el proceso de militarización está trascendiendo ya el ámbito de la seguridad pública para transitar hacia otros ámbitos. Es decir, la dirección política civil comienza a perder primacía. Es muy importante señalarlo porque los defensores de la 4T han llegado a declarar que la ampliación de facultades de nuestras fuerzas castrenses se circunscribe al terreno de seguridad pública, lo que se pretende extender hasta 2024. Mienten.
Las Fuerzas Armadas no cuentan con los recursos técnicos ni con la capacidad para gestionar todas las tareas que le está imponiendo el presidente de la república, principalmente porque se les está utilizando para labores que no son las que les corresponden. El discurso de AMLO ya no puede seguir sosteniéndose en que es mejor la militarización porque en nuestras Fuerzas Armadas no hay corrupción. Con la opacidad en el caso de Salvador Cienfuegos quedó claro que hay serios señalamientos en el desempeño del ejército en el plano de la seguridad pública. En el plano financiero recordemos que la Sedena es una de las dependencias que recurrió a las llamadas “factureras”, por lo tanto, la corrupción no es ajena a esta institución.
“Nunca en la historia el Ejército había tenido tantas tareas ni gestionado tantos recursos, además de salvaguardar al país y combatir al crimen organizado. Los proyectos a su cargo suman inversiones superiores a 500 mil millones de pesos”, con la opacidad que ello implica, resume atinadamente el columnista Mario Maldonado, compañero de páginas en El Universal.
Corremos el riesgo de que la militarización se convierta en militarismo y que AMLO lo utilice para intentar perpetuarse en el poder. En éste como en todos los rubros de la vida nacional estamos ante un latente riesgo de regresión autoritaria. No lo permitiremos. Como sigue acreditándose -ahora más con el registro de la coalición Va por México que conforman PRD, PAN y PRI- sociedad y oposiciones políticas somos más y seguiremos sumando fuerzas tanto para impedir la consumación del proyecto autocrático de López Obrador, como para erigirnos como una alternativa que logre reequilibrar las fuerzas en el Congreso y así acotar al Presidente en sus pulsiones dictatoriales.
Artículo publicado en el Diario del Yaqui del 24 de diciembre de 2020