Por Jesús Zambrano Grijalva
El pasado lunes 21 de junio el Presidente López Obrador se erigió como “guardián electoral” para “asegurar que a los ciudadanos se les respete su derecho a elegir libremente” a sus representantes. Advirtió que no permitirá que se vuelvan a hacer fraudes electorales ya que, dijo, el INE nunca ha organizado una elección limpia, además de que, desde su perspectiva, es una institución muy cara, que le cuesta mucho al país.
Por cierto, con el argumento de “la austeridad republicana” AMLO ha desatado una ofensiva contra todos los organismos autónomos (Comisión Reguladora de Energía, Comisión Federal de Competencia Económica, Instituto Federal de Telecomunicaciones, Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales, y Comisión Nacional de Derechos Humanos, entre otros), así como contra varios organismos descentralizados (Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación y la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas) y todos los fideicomisos, entre ellos el Fondo para la Atención de Emergencias, descalificándolos por ser “instituciones que fueron creadas durante el periodo neoliberal”. “Hay organismos que ni yo conozco, ni siquiera se cómo se llaman”, expresó como argumento para desaparecerlos, al margen de cualquier análisis sobre su efectividad.
En realidad todos los organismos autónomos de carácter constitucional fueron creados como instrumentos de acotamiento a los excesos presidenciales y de contrapesos al poder ejecutivo por parte de la sociedad, lo que ha dotado de mayores herramientas a los ciudadanos para poder vigilar y enjuiciar efectivamente las decisiones del gubenamentales.
En prácticamente todos los casos estos organismos significaron una ampliación de los derechos de la sociedad para protegerla frente al poder político, para garantizar el voto libre y democrático, y para incentivar la libre competencia en materia económica. No fueron, por lo tanto, “conquistas de los neoliberales”, sino de la sociedad contra el autoritarismo.
Especialmente el INE, que adquirió el carácter de autónomo e independiente frente al poder público mediante la reforma político-electoral de 1996, ha sido clave en nuestra transición a la democracia, para dejar atrás la comisión de fraudes. Precisamente cuando el gobierno dejó de presidir al organismo y de organizar las elecciones, fue cuando el PRI dejó de ser mayoría y comenzaron las alternancias en las cámaras y los gobiernos federal y estatales.
Y aún cuando en el 2006, luego de que Vicente Fox se inmiscuyó indebidamente desde la Presidencia tratando de sacar de la contienda a López Obrador, y el costo fue una grave crisis política e institucional, sobrevinieron reformas que fortalecieron al organismo electoral en su autonomía y autoridad.
Es una paradoja y una falacia que AMLO asegure que el INE nunca ha organizado elecciones limpias. Él mismo reconoció el papel del Instituto cuando ganó la Presidencia en el 2018 señalando que gracias a su papel imparcial no hubo dudas sobre el resultado. El INE es la máxima autoridad constitucional electoral y tiene ganado a pulso el reconocimiento de la sociedad. ¡Ninguna otra institución ni persona puede asumir el papel de “guardián” o de autoridad en esta materia!
López Obrador quiere repetir en el 2020 el triste y condenable papel de Fox en 2006, con el agregado de que ya está descalificando al INE. Muy probablemente AMLO está viendo que no podrá ganar la mayoría el 2021 y está creando las condiciones para protestar “por fraude” desde la Presidencia, en lugar de dedicarse a hacer un buen gobierno y resolver los graves problemas en salud, economía, empleos, ingresos y seguridad pública.
Si se persiste en esta lógica de descalificar al árbitro electoral ,se generaría una crisis política que afianzaría la sospecha de que López Obrador quiere perpetuarse en el poder más allá del 2024. El fantasma venezolano parece empezar a pasearse por México. Debemos evitarlo. La solución está en la más amplia unidad de la sociedad y de las oposiciones para defender la democracia y los derechos de la gente.
Artículo publicado en El Diario del Yaqui el 24 de junio de 2020