Por Arturo Prida Romero
Presidente del IX Consejo Nacional del PRD
El lunes nos desayunamos con la noticia de que el presidente se otorgaba la facultad de ser el guardián de las elecciones, tratando una vez más de minimizar a las instituciones, de restarles valor y de vender un discurso en donde ninguna es necesaria para el futuro del país.
Cada día, la polarización que se fomenta desde Palacio Nacional, sustentada en dichos y caprichos, sin fundamentos y sin pruebas, acerca al país, más y más a un Estado absolutista.
Basado en un supuesto ahorro presupuestario y al combate a la corrupción, el presidente embiste desde el pulpito, a las instituciones que durante más de 30 años han ido tomando fuerza y han democratizado este país.
Lo que más me preocupa, sin duda, es la acumulación de poder, ya que el mandatario no prevé el perfeccionamiento o la transformación de las instituciones, sino que, busca sumarlas al presupuesto y a las facultades presidenciales.
Al mejor estilo del absolutismo, el Luis XIV mexicano, ha venido construyendo una figura que no podría describirse de mejor manera que con la frase L’État, c’est moi, el Estado soy yo.
El colmo de los males presidenciales, y de la acumulación de poder en una sola persona, es que cada una de las palabras que utilizan para defender el régimen son aplicables perfectamente para autodestruirse. Por ejemplo, el anuncio de que ejecutivo federal se erigirá como un guardián electoral, para evitar los fraudes, nos permite contestar ¿Dónde estuvo el presidente, cuando ejercieron ilegalmente las consultas populares que frenaron el aeropuerto o legitimaron la construcción de dos bocas?
¿Dónde estuvo el supuesto guardián de los electores? La respuesta es muy sencilla, el guardián presidencial, estaba en primera fila organizando y aplaudiendo un ejercicio de participación ciudadana ficticio e ilegal.
Es así como defienden a los electores, se creen dignos de criticar a las instituciones, las llaman corruptas, cuando ellos son los que más violan la ley, las llaman costosas, cuando son ellos quienes movilizan cada peso público posible en la construcción de una firme clientela política.
Esto no es todo, el día que anunció su intervención directa en las próximas elecciones, declaró que el país se estancó y retrocedió por la antidemocracia. Que calidad moral tienen aquellos que hace sólo una semana llamaron públicamente a la oposición a que no trabaje, a que se calle, a que coopere.
Es muy fácil, salir a hablar en una mañanera arreglada para lucir elocuente, que el régimen morenista trabaja por acabar con el neoliberalismo, pero la realidad es todo lo contrario, la cuarta trasformación es neoliberal que las anteriores administraciones.
El mandatario es todo aquello que juro acabar, ya pidió prestado más dinero que el ex presidente Peña, ya demostró que la soberanía del país está a disposición de Estados Unidos; ya señalo su ignorancia en medio ambiente, seguridad, diplomacia y economía; ya aclaró que la salud y la vida de los mexicanos no es más importante que su carrera política y mucho menos, que del dinero de sus aliados.
Ahora ha quedado claro que lo peor está por venir, la eliminación de los organismos públicos autónomos como el INE, es solo el principio de un nuevo absolutismo ¿Qué otra señal debemos de esperar? De verdad creé que simulando un discurso, los mexicanos no notaremos que el presidente viola la constitución y los derechos humanos de millones de personas cada día.
No es así, nos damos cuenta y lo detendremos en las próximas elecciones de 2021; mientras estemos aquí, la sociedad civil organizada; las mujeres y hombres libres, y; los partidos políticos de oposición, no descansaremos hasta que el Estado de derecho, la constitución y todos los derechos humanos sean respetados y sean mostradas todas las ilegalidades, toda la hipocresía y todas las mentiras del nuevo absolutismo, mejor conocido como morena.