Más allá de los libros de texto, lo que esta en juego es la educación
Por Amparo Brindiz & Arturo Prida
A propósito de la polémica que se ha desatado en los últimos días sobre el contenido de los libros de texto gratuitos, valdría la pena observar otras aristas del trasfondo, porque lo que está en juego es la educación de miles de niñas y niños.
La educación en México siempre ha sido el talón de Aquiles de todos los gobiernos, quienes somos hijos de la educación pública sabemos de sus carencias, que va desde lo material (escuelas sin mantenimiento, pupitres incomodos, hacinamiento, baños en mal estado, etc.), el recurso humano (pocos maestros, muchos alumnos, malos salarios) y las cuestiones pedagógicas (planes de estudios desactualizados, maestros malos o ausentes). Aunado a todas las carencias mencionadas nos llegó la pandemia y todo empeoró.
Si más o menos todo el alumnado tenía las mismas oportunidades en el salón de clases, cuando los mandaron a sus casas durante la pandemia se visibilizaron y ampliaron las brechas. Las condiciones desiguales para tomar clases virtuales hicieron que cientos de niños y niñas tuvieran muy malos aprovechamientos, lo que llevó a la autoridad educativa a anunciar que durante el tiempo en que durara la emergencia sanitaria y los estudiantes no fueran presencialmente a la escuela, no habría reprobados. Esto quiere decir que hay cientos de alumnos que actualmente están cursando un grado sin que hayan adquirido de manera satisfactoria las habilidades, las capacidades y los conocimientos de uno o dos grados previos.
Apenas en 2021, el Banco Mundial hacia estimaciones del rezago educativo que había dejado la pandemia en México, un rezago que equivalía a dos años de escolaridad. Otra cifra alarmante que se daba era que por lo menos 628 mil jóvenes habían interrumpido sus estudios. Alumnos con menos aprendizajes significan futuros trabajadores con menos habilidades, lo que puede reducir sus ingresos en un 8% anual durante su vida laboral, pero también implica tener futuros profesionistas menos preparados.
Ante estos datos y este panorama desalentador, la estrategia educativa debía centrar sus esfuerzos en recuperar las habilidades y conocimientos de las y los estudiantes para evitar que las pérdidas de aprendizaje los condenen a empleos precarios cuando se incorporen al mercado de trabajo y además a nivelarlos para que no quedaran sus conocimientos a medias.
Pero, ¿Cuál es la respuesta de este gobierno? Politizar la educación, imponer un nuevo modelo pedagógico sin el consenso y diagnóstico de todos los involucrados de la educación en México y modificar los libros de textos con un sinfín de errores y cuestionamientos.
Esta administración se dispone a implantar lo que ellos llaman “la nueva escuela mexicana”: que en otro contexto y en otras condiciones tal vez podría ser buena idea, pero como todo lo que hace este gobierno, solo oculta los detalles y no explica, resultando que todo lo referente a la construcción de este nuevo modelo educativo esta reservado para que no sea divulgado durante los próximos cinco años. Además de este secretismo documental, se suma las actitudes despóticas del funcionario encargado del asunto, que se da la licencia de decir que los críticos “braman”. Este funcionario que critico la lectura lúdica como un “habito burgués” al parecer tiene el mérito para ocupar el cargo que ocupa y ser responsable de la futura educación de los niños mexicanos solo por ser sinodal de la doctora Beatriz Gutiérrez, esposa de López Obrador, quien por lo que se sabe tiene ese vulgar habito burgués de leer por leer.
Cuando los señores terratenientes obligaron al rey de Inglaterra a jurar la Constitución e instalar el Parlamento allá por el año de 1689, fue con el objetivo de acabar con el gobierno de un solo hombre. Ellos sabían entonces y nosotros lo sabemos en la actualidad, que la cosa pública es tan importante que es imposible dejarla en manos de una sola persona, por mayor popularidad que esta tenga.
La educación es de las tareas mas importantes que debe de desarrollar un Estado moderno y democrático y esta no debe ser definida desde una sola visión y menos para imponer una ideología, porque en ella va la viabilidad de nuestro presente y de nuestro futuro.