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jueves, noviembre 21, 2024

A Dos Plumas

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Reformas autoritarias y demagógicas para la narrativa electoral de López Obrador

Por Amparo Brindiz Amador y Arturo Prida Romero*

Si hay algo que reconocerle a López Obrador como personaje político, es su capacidad de fijar en la agenda mediática nacional, los temas que él quiere que se discutan. Desde que instituyó las conferencias de prensa a las siete de la mañana durante su paso por la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, encontró el mecanismo ideal para que todos hablaran de lo que él quería, ganando la batalla de la opinión pública, al entonces presidente Vicente Fox. 

Así se construyó la popularidad que lo puso a un paso de ganar la presidencia en el 2006. Es más, fue tan exitoso, que obligo a Fox a buscar por todos los medios descalificarlo antes del proceso electoral, el resultado todos lo conocemos y hasta podríamos afirmar, sin ser psicólogo o psiquiatra, que el proceso de desafuero de 2005 contra AMLO es una da las razones de sus actuales actitudes y resentimientos.

Esta capacidad de fijar la agenda le ha permitido durante los mas de 5 años que lleva en el poder, hacer que todos hablen y discutan de otros muchos temas, y no fijen la atención en los graves problemas que azotan a nuestro país, que se vienen arrastrando de otras administraciones, pero que se han agudizado en este gobierno de la 4T, en gran parte porque las estrategias para solucionarlos que han planteado desde el actual gobierno, no han tenido el resultado esperado, talvez porque ni siquiera son estrategias, sino ideas poco realistas o mejor dicho, ocurrencias, que además están ejecutadas por un equipo de trabajo poco profesional y que solo se preocupa en agradar y en no contradecir al jefe del Ejecutivo.

La presentación de 20 iniciativas para reformar la Constitución y otras leyes, que presentó el Ejecutivo el pasado 5 de febrero, son el mejor ejemplo, de este fullero estilo de desviar la atención de la opinión pública hacia otro lado; ejemplo de ello, fue el anuncio de que no asistiría al evento oficial del aniversario de nuestra Carta Magna, ya que prefería presentar su paquete de reformas, distractor eficaz, porque después de ese anuncio todos opinaron sobre el hecho de que por primera vez en la historia, el Ejecutivo no asistiría a este evento conmemorativo.

Y claro que fue un desaire y un acto provocativo, muy a su fiel estilo de “que la ley no es la ley y yo hago lo que quiero”, siendo que es uno de los pocos eventos en los que se reúnen todos los poderes, tanto federales como estatales, bajo el histórico techo del teatro de la Republica en la ciudad de Querétaro, muestra del respeto a nuestra Constitución, el pacto federal y la división de poderes.

El presidente sabe que sus 18 reformas constitucionales están muertas porque no cuenta con los votos requeridos en ninguna de las dos cámaras y aun sabiendo esto, las envía conociendo que son francamente intransitables para el conjunto de la oposición y también para algunos morenistas; pero el objetivo es crear escándalo en la opinión pública y en la comentocracia, por el contenido irracional de algunas de sus reformas. 

Pero también, con ello, pretende seguir polarizando a la sociedad entre los neoliberales y la 4T, entre los fifís y los chairos. Busca como el mismo ya lo confesó entrar al debate electoral, violentando en todas las formas la Constitución, al no comportarse de manera imparcial como el titular del Ejecutivo, sino como el jefe de campaña de Claudia y de las y los candidatos de su partido; generando con ello, condiciones muy diferenciadas, al utilizar todos los medios y recursos de su gobierno con el propósito de favorecer a su movimiento.

Aunado a las reformas constitucionales, envió un par de iniciativas de reforma a leyes secundarias, en lo que se refiere a pensiones y aumento de salarios, estos temas, aunque desvirtuados por el propio López Obrador, generan simpatía en la sociedad, por lo que, la oposición se ve presionada para votar a favor, lo que significaría un arma de dos filos, si votan en contra de estos temas que están siendo utilizados de forma electorera por Morena en pleno proceso electoral, se estaría en desventaja; y si votan a favor, se estaría contribuyendo a la futura inviabilidad presupuestal que representaría para el Estado garantizar el 100% de las jubilaciones de las y los trabajadores, sin una idea clara de donde saldrían los recursos para poder cumplir con ello.

Entonces tenemos, a un presidente de la República especialista en distraer la atención y marcar la agenda mediática, metido de lleno en la campaña de su partido, donde con la presentación de esta veintena de iniciativas de reforma, le ayudan a establecer el rumbo que deben seguir sus candidatos y candidatas a la manera más autoritaria, y los temas que deben posicionar no solo en las campañas sino en la agenda legislativa, muestra de ello, son las anunciadas asambleas y foros por todo el país. 

López Obrador está empeñado, utilizando todos los recursos del gobierno, en su plan C, que busca obtener los votos necesarios para tener una mayoría en la siguiente legislatura y así por fin, aprobar todas esas reformas autoritarias y regresivas.

Por lo que, no debemos caer en la supuesta moderación de Claudia y de su equipo con perfiles académicos que estarían elaborando el futuro plan de gobierno, si desde ahora ya observamos quién manda y marca la agenda, es lamentable ver a una candidata supeditada al poder de López Obrador, proponiendo un segundo piso de lo mismo, de la misma ineficiencia, de la misma ineficacia y de la misma destrucción institucional.

*@ABrindizA       Dra. En Administración Pública

@arturo_prida     Lic. En Seguridad Pública

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