En el Servicio Exterior Mexicano en 85 años, desde que fue comisionada la primera mujer en una representación diplomática, Amalia González Caballero de Castillo Ledón, a la Comisión Interamericana de Mujeres en 1939, la participación femenina nunca pasó del 31 por ciento, a pesar de que en este sexenio se declaró una política diplomática feminista.
El último dato de 2020, de acuerdo con la Secretaría de Relaciones Exteriores, de las 1.117 personas que conforman la diplomacia mexicana, solo el 31 por ciento son mujeres y el 69 por ciento hombres.
Entre 1911 y 2024, con 102 secretarios o secretarias de Relaciones Exteriores, sólo cuatro mujeres la han presidido.
La primera fue Rosario Green Macías en 1998, después de 91 hombres. En los siguientes 26 años llegaron otras tres, cada 8,6 años en promedio: Patricia Espinosa Cantellano en 2006, Claudia Ruíz Massieu Salinas en 2015 y Alicia Bárcena Ibarra en 2023. Durante años las mujeres estuvieron en la política exterior, haciendo solamente apoyo colateral.
Hasta los años 70, muchas mexicanas, contribuyeron en la política multilateral de manera importante, como la embajadora emérita Carmen Moreno Toscano y la contribución al avance de las mujeres de Aída González Martínez.
Este 24 de junio Día de la Mujer en la Diplomacia, declarado por la Organización de las Naciones Unidas en 2022, desde SEMlac México, indagamos la condición de las mujeres en la diplomacia mexicana.
Esta fecha se declaró como el día para reconocer al aporte de las mujeres diplomáticas a la paz, el desarrollo sostenible y los derechos humanos.
Actualmente México cuenta con 80 Embajadas, 67 Consulados, siete Misiones Permanentes ante Organismos Internacionales en el mundo y tres Oficinas de Enlace. México tiene una significante presencia global con más de 150 representaciones diplomáticas, incluidos 50 Consulados en Estados Unidos de América.
La participación de las mujeres en la diplomacia mexicana data de 1939 cuando Amalia González Caballero de Castillo Ledón integró la Comisión Interamericana de Mujeres, nombrada por el general Lázaro Cárdenas, y cuando el mundo estaba amenazado por la segunda guerra mundial. Ella, apoyada por Emilio Portes Gil, participó en los acuerdos de Chapultepec, cuando en el mundo se trataba de atemperar los estragos del nazi-fascismo y, posteriormente, colaboró en la redacción de la Carta Universal de los Derechos Humanos, de 1948. Fue embajadora en varios países a partir de 1964.
Mujeres al margen
La hoy representante en México entre las expertas de la Convención contra Todas las Formas de Discriminación de la Mujer, Leticia Bonifaz Alfonso, recuerda que una vez que las diplomáticas ya formaban parte del Servicio Exterior, cuentan como en algunos casos, por ser mujeres, las ponían a hacer funciones secretariales, como tomar dictado o incluso se les pedía fungir como edecanes, según asienta en su libro Memorias Diplomáticas, mujeres en el servicio exterior mexicano SER 2022.
Con motivo del 24 de junio, Naciones Unidas sostiene que en todo el mundo, la diplomacia sigue siendo un bastión de hombres. El poder diplomático que ejercen los dirigentes públicos de mayor rango sigue, en su mayor parte, en manos de los hombres. Los representantes de los países que conforman el G7 y el G20 siguen predominando los hombres. Demasiado a menudo, los paneles constituidos únicamente por hombres son la norma.
En el ámbito ministerial, la cartera de relaciones exteriores sigue estando desproporcionadamente en manos de hombres, mientras que las mujeres solo la ocupan en el 25 por ciento de estos puestos en el mundo.
A cuenta gotas y restringidas
Un estudio del Centro de Estudios Internacionales Gilberto Bosques del Senado de la República sostiene que en 1992 sólo había tres embajadoras, en 2004 había 12, en 2013, después de dos cambios de administraciones, que implican movimiento en la administración pública, se mantuvo constante el número de embajadoras.
Esto implica que en el período de 1992 a 2004 (12 años), el porcentaje de mujeres en el cargo de Embajadora aumento 300 por ciento. No obstante, de 2004 a 2013 (nueve años) se mantuvo constante el número de embajadoras, pese a que el total de Embajadas aumentó, lo que implicaría una disminución de la representación de Mujeres, señala por su parte un estudio de la Comisión Nacional de Derechos Humanos.
La situación internacional no es distinta, Amina J. Mohammed, de ONU, afirma que sólo cuatro de los 850 delegados que firmaron la Carta de las Naciones Unidas en 1945 eran mujeres. Desde entonces, se ha incrementado la representación femenina en la esfera diplomática a escala mundial y también en las Naciones Unidas, pero no con la velocidad o al ritmo que necesitamos. De hecho, con demasiada frecuencia vemos que no hay mujeres en los espacios de decisión.
Su importancia no vista
En las Naciones Unidas, las mujeres que trabajan en la esfera de la diplomacia, junto con los hombres feministas que apoyan, tienen la oportunidad, dice el recordatorio, de impulsar el cambio necesario. Existe además una Agenda Común sobre el futuro de la cooperación mundial para conectar un multilateralismo inclusivo que también incluya voces intergeneracionales.
Destaca que durante la pandemia de covid-19 fueron las mujeres quienes desarrollaron la solidaridad, una iniciativa para mostrar claramente de qué manera el liderazgo de las mujeres puede cambiar las cosas y cómo unas estructuras de gobernanza más inclusivas y unos espacios de negociación más diversos generan políticas más eficaces y un cambio duradero.
A lo largo de la historia, allí donde han estado presentes las mujeres, su contribución a la política y las relaciones internacionales ha sido esencial. Las negociaciones para la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en los procesos de paz de Liberia e Irlanda son ejemplos claros del papel fundamental que han desempeñado las mujeres para lograr resultados positivos duraderos.
La participación y la representación igualitarias de las mujeres en todos los niveles de la adopción de decisiones son primordiales para impulsar los cambios transformadores necesarios para garantizar un futuro sostenible. La participación de las mujeres en los procesos políticos enriquece las iniciativas emprendidas: se adoptan decisiones más inclusivas, se escuchan voces distintas y se crean soluciones. Los gobiernos funcionan mejor, la corrupción disminuye y los procesos de paz mejoran, reitera ONU.
Historia Mexicana
Para 1930 en el Servicio Exterior Mexicano había 457 funcionarios, de los cuales 93 eran mujeres, es decir, un 17 por ciento. De igual modo, entre 1953 y 1975, el SEM pasó de 478 a 844 integrantes, teniendo las mujeres una representación del 21 por ciento. A su vez, para 1987 tenía una plantilla de 1.215 miembros de los cuales el 41 por ciento eran mujeres: 102 en la rama diplomático-consular y 401 en la técnica
El estudio del Senado destaca que la presencia dentro del servicio diplomático mexicano mantiene de manera general una tendencia porcentual a la baja, en la actualidad en un rango de 63 por ciento de hombres y 37 por ciento de mujeres (2017).
La directora general del Instituto Matías Romero, Natalia Saltalamacchia, comentó que en 2017 cuando se ofertaron 35 plazas para 1.200 aspirantes, integrándose al SEM solamente un 30 por ciento de mujeres.
La primera embajadora mexicana
Aunque la tradición es antigua, porque en 1939 el presidente Lázaro Cárdenas designó por primera vez a una mujer mexicana como Ministra Plenipotenciaria ante el gobierno de Colombia, a la doctora Palma Guillén de Nicaolau, fue casi una década después, en 1946, que se nombró a la Paula Alegría Garza, segunda embajadora.
Ello sucedió en el siglo XX, cuando se adquirió otra perspectiva y, a los nombres de la doctora Guillén y la doctora Alegría, se une la maestra Amalia González Caballero de Castillo Ledón como embajadora ante el Gobierno de Suecia (1954-1958), en Suiza (1958-1959) y ante el Gobierno de Austria (1965-1969).
Entre 1956 y 1960 la embajadora María Emilia Téllez fue la primera mujer presidenta de la Asociación del Servicio Exterior Mexicano y fue Oficial Mayor de la Cancillería (1970- 1976).
De igual forma se inserta en este listado la escritora mexicana Rosario Castellanos, embajadora de México ante Israel (1971-1974).
Estas primeras mujeres en altos puestos de decisión diplomáticos iniciaron la trayectoria que años más tarde seguirían la embajadora Rosario Green Macías (1998-2000), la embajadora Patricia Espinosa Cantellano (2006-2012) y la Maestra Claudia Ruiz Massieu (2015-2017) como titulares de la Secretaría de Relaciones Exteriores.
Hoy las mujeres
Es cierto que falta mucho camino por andar, se reflexiona en el estudio, el reconocimiento a las mujeres que con su profesionalismo y empeño han aportado para romper el denominado techo de cristal, favorece la igualdad de género.
La participación de la mujer mexicana en el escenario internacional comienza con su intervención en asuntos políticos, sociales y económicos, en el momento en que un hombre decidió darle la oportunidad de incorporarse en los asuntos internacionales. Un ejemplo de ello es Hermila Galindo, la primera mujer que participó en el ámbito internacional. Ella fue enviada al extranjero para dar a conocer los ideales de la Revolución Mexicana. Todo fue a cuenta gotas. Hasta la fecha.
La política exterior feminista
México cuenta con una política exterior feminista desde 2020. Este país ha sido uno de los primeros del mundo en anunciar este tipo de compromisos, y fue el primero de Latinoamérica en promoverla.
Hoy, una decena de países cuentan con políticas exteriores feministas, incluidos Alemania, Canadá, Chile, España, Francia, Liberia, Noruega, y Mongolia.
Suecia, el primer estado en promulgarla en 2014, retiró la etiqueta “feminista” en 2022, tras la victoria de un nuevo gobierno. La política exterior feminista de Luxemburgo, promulgada en 2018, podría sufrir el mismo revés.
El debate en torno a las políticas exteriores feministas ha despertado gran interés dentro de la academia y las organizaciones de la sociedad civil, sobre todo porque no se cuenta con un manual que las defina, ni son todas iguales, ya que se ajustan a las necesidades y realidades de cada país. No obstante, se observa que todas responden a un objetivo común, que es alcanzar sociedades más justas y desmantelar las estructuras de opresión que perpetúan las desigualdades de género.
Un concepto transformador y disruptivo
Promulgar una política exterior feminista es, en sí mismo, una acción disruptiva. La literatura feminista considera que el ámbito de la política exterior de un Estado ha sido históricamente dominado por normas y lógicas masculinas, en donde las mujeres y sus realidades han sido tradicionalmente excluidas.
Además, se han esforzado por dar sentido a lo que significa la política exterior feminista.
De acuerdo con estas y otras analistas, las políticas exteriores feministas tienen como objetivo alterar el comportamiento tradicional del Estado y ubican su origen en las políticas en favor de la igualdad de género, en el contexto de la adopción de la Resolución 1325 del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre Mujeres, Paz y Seguridad, de 2000. Asimismo, consideran que el Estado no es un agente neutral, ya que participa, organiza y perpetúa dichas desigualdades.
Las políticas exteriores feministas tienen sus raíces en la Conferencia Mundial sobre la Mujer, celebrada en Beijing en 1995, en donde México fue parte. En este sentido, teóricas como Karin Aggstam, Jacqui True o Jennifer Thompson consideran que estas políticas son una continuidad de los esfuerzos de los Estados para garantizar que las políticas sean más equitativas en términos de género. Esas prácticas son conocidas como “feminismo de Estado”, y se reflejan en la creación de ministerios de la mujer, la incorporación de la perspectiva de género y el establecimiento de cuotas de género y acciones afirmativas en la política.
Sin embargo, para las académicas, lanzar una política exterior feminista es algo distinto de los esfuerzos mundiales para promover la igualdad de género. En su opinión, una política exterior feminista es un cambio de política radical, y por ello, debe de ir más allá de los esfuerzos políticos de transversalización de género. Deben de apuntar hacia el objetivo de renegociar y desafiar las jerarquías de poder y de género que se dan en las instituciones internacionales.
El caso de México
A diferencia de otras políticas exteriores feministas, la política mexicana tiene dos vertientes principales: una, centrada hacia el exterior de México, con una perspectiva transversal feminista, y otra, hacia el interior de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) para incrementar el número de mujeres y visibilizar su trabajo.
Oficialmente, México define su política exterior feminista como una política de Estado, cuyas acciones buscan eliminar las brechas y desigualdades de género, con el objetivo de construir una sociedad más justa, próspera e igualitaria.
De acuerdo con un estudio elaborado en 2023 por las diplomáticas mexicanas Carmen Morales y Dalya Salinas, el sistema otorga ventaja a los hombres, que obtienen con mayor facilidad y frecuencia puestos de alta responsabilidad en comparación con su rango, los que les otorga mayores probabilidades de ascenso.
La política exterior feminista mexicana, que en México inauguró Marcelo Ebrard y que deberá continuar el doctor Ramón de la Fuente, busca incluir la perspectiva de igualdad de género en todos los ámbitos de sus esfuerzos diplomáticos y consulares, incluidos el ámbito bilateral, multilateral, comercial y cultural, así como en los posicionamientos de México en foros internacionales, como la ONU y el G-20.
De acuerdo con los diplomáticos mexicanos Bárbara Magaña y Diego Ruíz, desde hace más de 40 años, este país ha impulsado la agenda de igualdad de género a nivel internacional. Asimismo, uno de los grandes elementos de prestigio internacional para México ha sido su consistente política exterior comprometida con los derechos humanos, la migración ordenada, segura y regular, y otro grupo tradicionalmente excluido: las personas con discapacidad.
De igual forma, la política consular de México ha estado comprometida con la defensa de los mexicanos en el exterior, muchos de las cuales son mujeres migrantes. Por ello, se puede considerar que la tradición diplomática mexicana lleva varias décadas pavimentando el camino para que México pudiera asumir mayores compromisos en materia de igualdad de género.
Estas políticas son fundamentales ya que, de acuerdo con la ONU, a nivel mundial, la diplomacia sigue siendo un bastión masculino. Según el Índice de Mujeres en la Diplomacia, elaborado por la Academia Diplomática Anwar Gargash, de Emiratos Árabes Unidos, las mujeres siguen subrepresentadas en los puestos de rango de embajadora en el mundo.
Además, señala que en 2022, México contaba con 23,3 por ciento de mujeres embajadoras, lo que implicó un incremento de 4,9 por ciento con respecto a 2018. Más allá del rango de embajadoras, en México las mujeres se encuentran subrepresentadas en todos los rangos de la rama diplomático consular del SEM.
La brecha de género es tan amplia que un estudio elaborado en 2016 por Tania del Rio, de la Escuela de Gobierno John F. Kennedy de la Universidad de Harvard, demostró que incluso con cuotas de género, tomaría al SEM más de 35 años alcanzar la paridad entre hombres y mujeres en todos los rangos del servicio exterior.
Semiac