Tuvieron que pasar 56 años para que los Yankees de Nueva York volvieran a jugar en México. La escuadra neoyorkina se enfrentó de nuevo este domingo a los Diablos Rojos, equipo ícono de un país enardecido por el béisbol.
El equipo local venció a los Yankees 4-3 en el primero de los dos juegos de exhibición pactados.
En 1968 los Yankees tenían aún en sus filas al mítico bateador Mickey Mantle, y la escuadra escarlata se forjaba un nombre en los diamantes mexicanos.
Se enfrentaron en dos juegos de exhibición con victoria para cada uno en el “Parque del Seguro Social”, construido sobre el estadio donde Babe Ruth, ícono de los Yankees, pegó su último jonrón en 1946 durante una clínica de bateo.
La victoria de los Diablos sobre los Yankees por 5-3 en 1968 marcó un hito. El diario La Afición resaltaba que el pitcher mexicano Ramón Arano tuvo a Mantle entre sus “clientes” al poncharlo en dos ocasiones.
Esas historias se contaban solo entre aficionados veteranos y la prensa especializada, hasta que el anuncio de dos nuevos juegos entre los Bombarderos del Bronx y los Diablos Rojos se convirtió en la cereza del pastel para una afición creciente.
Hasta hace poco el béisbol era un espectáculo de nicho en México, donde el fútbol domina.
Pero ahora los parques de béisbol se llenan, hay toda una operación de mercadeo y el país se paralizó con la actuación del equipo mexicano en el Clásico Mundial de Béisbol de 2023, donde alcanzó las semifinales.
“No son casualidades, hay todo un trabajo detrás, una estrategia, apoyo de los dueños de los equipos, hay resultados”, dice a la AFP Horacio de la Vega, presidente ejecutivo de la Liga Mexicana de Béisbol (LMB).
– Negocio en ascenso –
La asistencia a los estadios de béisbol prácticamente se duplicó entre 2021 y 2023 alcanzando 4,7 millones de espectadores, según la LMB, que prevé que la cifra llegará a entre 5,2 y 5,5 millones este año.
“El foco está en aquel que nunca ha ido al béisbol” y que al “engancharlo diga ‘mira qué bien me la pasé'”, comenta De la Vega.
Dunia Hernández, de 56 años, es ese tipo de aficionado. Su familia sigue de cerca al béisbol pero ella recién se interesa.
“Venir al juego ya lo hacemos como familia. No importa si te gusta o no te gusta, el hecho es estar juntos”, dice en medio de la algarabía de centenares de aficionados.
La liga también aumentó su capacidad de distribución de contenidos y ahora tiene 35 contratos de derechos de televisión en 30 países, lo que ha atraído la atención de más patrocinadores.
Además concentró la negociación con New Era para la venta de gorras -un objeto comercial tan importante en el béisbol como el jersey en el fútbol- para pasar de 70.000 unidades vendidas en 2019 a 369.000 en 2023.
Pero otro factor inesperado influyó en la disparada de la pelota caliente. En un país que se ha ido acostumbrado a los tropiezos de su selección de fútbol, el papel de México en el Clásico Mundial de 2023 hizo que miles voltearan a ver a este deporte.
De la mano del jardinero méxico-cubano Randy Arozarena, de los Tampa Bay Rays, el “Tri” derrotó a Estados Unidos para luego caer en semifinales ante Japón, que se alzó con el título.
En el país se popularizó la postura victoriosa de Arozarena con los brazos cruzados, que incluso imitó el presidente mexicano y aficionado al béisbol, Andrés Manuel López Obrador, al entregarle el Premio Nacional del Deporte en diciembre.
“En en esas dos semanas se habló más de béisbol en México que en décadas”, afirma De la Vega.
– Afición remozada –
Si bien el béisbol ya tenía arraigo en los estados del Pacífico y del norte, en el centro era entretenimiento de veteranos.
La directiva de los Diablos Rojos notó que su afición envejecía y que predominaba la idea de que el juego era “aburrido”, porque un partido puede extenderse por horas.
“El mayor problema eran los tiempos en los que no había actividad. A lo mejor tienes una jugada muy atractiva, pero pasan incluso minutos en lo que vuelve a haber algo relevante”, apunta Othón Díaz, presidente ejecutivo de los escarlata.
Díaz explica que vino entonces una reingeniería para llenar ese tiempo muerto con música, saludos del público en pantallas gigantes y una oferta gastronómica que atrae nuevos aficionados al moderno estadio Alfredo Harp, casa de los Diablos.
“Buscamos crear una experiencia donde la gente tuviera una inmersión” completa, dice. “En publicidad hemos invertido cero, todo ha sido ‘de boca en boca'”.
“Venimos por la convivencia que siempre se da aquí y a disfrutar entre todos. Comer un hot-dog, la cerveza y divertirnos”, dice Élmer Romero, aficionado de 43 años, dándole la razón a Díaz.
El resultado se vio en la cifra récord de asistencia al estadio de 600.000 personas en 2023, y el regreso de los Yankees para escribir otra página dorada.