Tras el traslado de las operaciones de las empresas a México, los gobiernos estatales se enfrentarán a la demanda de servicios, infraestructura pública y sistemas energéticos sostenibles. Más de 100 proyectos de nearshoring se anunciaron en el país, con una inversión de 30 mil millones de dólares, de acuerdo con Deloitte.
Ante este escenario, las microrredes emergen como una solución prometedora, al estar normalmente conectadas a la red pública, complementan el suministro eléctrico y mejoran la fiabilidad. Además, las microrredes integran diversas fuentes de generación, como paneles solares, y sistemas de almacenamiento en baterías, reduciendo emisiones de gases de efecto invernadero y promoviendo una economía más sostenible.
Uno de los desafíos energéticos que enfrenta México es la pérdida de electricidad durante su distribución. De acuerdo con informes del CONAHCYT y el Banco Mundial, entre el 14% y el 19% de la electricidad se disipa durante el proceso de transmisión y distribución, una cifra que supera el promedio global del 8%.
La reciente ola de calor que afectó a México en junio de 2023 puso de manifiesto la vulnerabilidad del Sistema Eléctrico Nacional, especialmente en regiones como el norte, el Bajío y la península de Yucatán. Esta situación, junto con la sequía que afecta a algunas zonas del país, destaca la necesidad urgente de fortalecer nuestra infraestructura energética.
Según comentó Julian Willenbrock, CEO de Enlight, a NotiPress, estas redes pueden operar de forma independiente o junto al sistema nacional. Así, brindan energía a áreas específicas como plantas industriales o complejos hospitalarios, incluso integrando estaciones de carga para vehículos eléctricos.
México enfrenta desafíos energéticos, como la pérdida de electricidad durante su distribución, que supera el promedio mundial. Las microrredes se presentan como una solución especialmente pertinente en México, lo que facilita la descentralización de los sistemas eléctricos y reduciendo el uso de combustibles fósiles.
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