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viernes, noviembre 22, 2024

NO SE PUEDE OCULTAR LA REALIDAD

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Por Jesús Zambrano Grijalva

Presidente Nacional del PRD

La violencia desbordada que azota a México y la necedad cómplice de López Obrador y su aburrida “corcholata” por negar la grave realidad y defender la fallida estrategia de “abrazos, no balazos”, ha obligado que voces internacionales manifiesten públicamente su preocupación por la influencia de las bandas del crimen organizado en el actual proceso electoral.

Los más de 180 mil homicidios dolosos y 50 mil desaparecidos sitúan a la administración de López Obrador como el sexenio más violento, además, en lo que va del actual proceso electoral -según el conteo de la Cámara de Diputados- 23 aspirantes a cargos de elección popular han sido asesinados en diversas entidades. Si no hacemos algo de inmediato, las elecciones de este año se convertirán en las más violentas de nuestra historia.

Frente a este contexto de violencia desbordada que azota a nuestro país y que pone en riesgo el proceso electoral y a la democracia misma, López Obrador descaradamente ha declarado que “no pasa nada”, que “no hay cosas graves” en seguridad y que la oposición está magnificando los problemas de inseguridad.

Sin embargo, tan solo en los últimos días, cuatro voces internacionales han salido a reventar la burbuja palaciega en la que vive López Obrador y han manifestado públicamente su preocupación por la influencia de las bandas del crimen organizado en el actual proceso electoral., 

El primero en declarar su preocupación fue Volker Türk, alto comisionado de la ONU en Derechos Humanos, quien desde ese espacio exigió salvaguardar el proceso electoral en México contra la violencia. La respuesta de López Obrador a la ONU no se hizo esperar, muy a su estilo, descalificó al alto comisionado: “muy tendencioso, está en contra de nosotros y hace comparsa con los que quieren demostrar que México es un país muy violento”. No obstante, ese mismo día fue asesinado Policarpio Ramírez Coria, excandidato del PRI en Veracruz.

Luego, en el marco del Festival de las Ideas, en Puebla, la diputada del Partido Popular español Cayetana Álvarez de Toledo, con una elegancia persuasiva llamó a los jóvenes mexicanos a defender a la democracia y señaló al gobierno de López Obrador de abrazar a los criminales con su política de “abrazos, no balazos”. Las declaraciones no cayeron nada bien en Palacio Nacional, inmediatamente descalificaron a la diputada, la tacharon de ser parte de la ultraderecha. 

Sin embargo, desde Madrid, la organización Internacional Socialista, presidida por el jefe de gobierno español, Pedro Sánchez, uno de los máximos representantes de la izquierda a nivel mundial, lanzó una alerta para México por la injerencia de las bandas del crimen organizado en el proceso electoral. Es decir, voces internacionales de izquierda y derecha, democráticas, manifestaron casi al mismo tiempo su preocupación por la violencia en México.

Estados Unidos también se manifestó al respecto. La directora del Centro Nacional de Inteligencia, Avril Haines, durante su comparecencia en el Senado de aquel país, enfáticamente declaró que algunas partes del territorio mexicano están bajo el control de los cárteles, lo que representa un gran reto para el gobierno de López Obrador.

Por último, hay que destacar el valiente pronunciamiento de la Conferencia del Episcopado Mexicano, que derivado de varias reuniones de evaluación con académicos y especialistas, presentó y convocó a firma a los tres candidatos a la Presidencia de la República del Compromiso Nacional por la Paz que agrupa 117 propuestas en siete grandes rubros: tejido social, seguridad, justicia, cárceles, adolescentes, gobernanza y derechos humanos.

Sin lugar a duda fue buena noticia que los tres candidatos hayan acudido a la convocatoria del Episcopado, no obstante, mientras Xóchitl Gálvez asumió tajantemente los compromisos por la paz, la candidata oficialista, Claudia Sheinbaum, cuestionó que vivamos un ambiente de inseguridad y defendió la fallida estrategia de “abrazos, no balazos”.

La realidad, la violencia desbordada que azota a México, podrá seguir siendo negada por la necedad cómplice de López Obrador y su candidata, pero ya no puede ocultarse. Para cambiar esa realidad hay alternativa: Xóchitl Gálvez, quien ha hecho de la máxima “Por un México sin miedo” algo mucho más trascendental que un slogan de campaña, una premisa para transitar hacia un México seguro, en paz y con justicia, algo ya inaplazable.

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