Del delirio victimista a un Gobierno de Coalición
Amparo Brindiz Amador y Arturo Prida Romero*
¡Tranquila, no pasa nada! Fue la respuesta que dio el presidente López Obrador, de manera soberbia y prepotente a las preguntas formuladas por una reportera, sobre la destrucción de los ecosistemas subterráneos de la península maya, por la construcción del faraónico proyecto del Tren Maya. Esta altanería presidencial se ha venido acrecentando durante los últimos meses y se ha combinado con un crónico enojo por parte de AMLO, por las acusaciones sobre probables nexos de sus cercanos con el crimen organizado, y por medio del cual presuntamente habría recibido dinero para sus campañas de 2006 y 2018.
“El que se enoja pierde” nos decían nuestras madres para consolarnos cuando nos molestaban en la escuela, pero tal parece que al presidente no le enseñaron esa frase, y está cada día más enojado e irritable, lo cual se nota en sus respuestas ante cualquier cuestionamiento, ya que, de manera automática convierte la respuesta, en un violento ataque contra sus ‘sospechosos habituales y sus enemigos inventados’ los medios, los gringos, los conservadores, los machucones, Loret, Denise, Joaquín, Claudio, Salinas, Calderón y un largo etcétera, al cual culpa, un día si y al otro también, de todos los males que le suceden a nuestro país, pero sobre todo, los acusa, de querer manchar su imagen; al final siempre la victima termina siendo el. Este victimismo presidencial ya esta llegando al punto de que deberíamos preocuparnos por la salud mental del primer mandatario.
“El victimismo es un trastorno paranoide de la personalidad muy común, en el que el sujeto adopta el papel de víctima a fin de, por un lado, culpar a otros de conductas propias y, por otro, enarbolar la compasión de terceros como defensa a supuestos ataques” (Delgado, 2015). Esta definición describe de manera precisa la estrategia de comunicación que todos los días sigue el presidente en sus conferencias matutinas; pero debemos de entender que esto es más una patología que una estratagema.
El presidente cada día esta mas enojado y se le acaban los culpables para satisfacer su victimismo, la realidad se está empeñando en demostrar el pésimo desempeño que ha tenido este gobierno: la crisis de inseguridad, la precaria situación presupuestal de Pemex, las carencias de médicos y de medicinas que padecen un poco mas de 50 millones de mexicanos, la destrucción del ecosistema de la península de Yucatán, el desastre del sistema aeroportuario de la Ciudad de México con la precarización del Benito Juárez y la inutilidad del Felipe Ángeles o la imposibilidad de refinar un litro de gasolina en Dos Bocas. Todo esto no va a poder ser culpa de los enemigos imaginarios a los que AMLO recurre en su delirio victimista; todos son culpa de él y solamente de él. Porque otra característica de los regímenes autocráticos es que, el único capaz de tomar decisiones es el autócrata, nadie más.
La buena noticia es que ya se van y los mexicanos vamos a reconstruir nuestro país juntos, porque sabemos que dos cabezas piensan mejor que una, y que los problemas a los que nos enfrentamos no se resolverán con puro voluntarismo o por la voluntad de una sola persona, por mas bien intencionada que sea.
Por ello, Xóchitl Gálvez ha propuesto la conformación de un gobierno de coalición que le permita tener a su lado a las y los mejores hombres y mujeres, expertos en sus disciplinas, para que juntos y juntas busquen las mejores soluciones a los grandes problemas que enfrenta México, y ponga a nuestro país, a la vanguardia.
Es necesario desterrar ya esa costumbre de buscar siempre culpables y de victimizarse para no aceptar las responsabilidades, y mejor pongamos toda nuestra fuerza y corazón para hacer de nuestro México el país que todos y todas soñamos y merecemos.
Referencia: Delgado, L. M. (2015). Fundamentos de Psicología. Madrid: Medica Panamericana.
* @ABrindizA Dra. en Administración Pública
@arturo_prida Lic. en Seguridad Pública