Madrid (EFE).- Es la “piscina” más grande de España, aunque no deja de ser un mar en miniatura; y alberga el “Canal de Aguas Tranquilas”, en Madrid, donde desde hace casi cien años se investiga cómo mejorar la eficiencia de los barcos y la protección de los mares.
Hoy, el canal dirige el foco además a los dos desafíos principales de la navegación: reducir los consumos para recortar las emisiones más contaminantes y rebajar también el ruido submarino y la huella acústica de las embarcaciones.
Sus responsables lo comparan con “el túnel del viento” que la industria del automóvil utiliza para mejorar la aerodinámica de los vehículos, y en sus aguas han sido ya testadas casi 3.000 embarcaciones.
La primera, un bacaladero; pero después todos los barcos de la Armada española; numerosas embarcaciones utilizadas en varios Juegos Olímpicos, los sucesivos “desafío español” con los que España ha acudido a la Copa América de vela; gigantescos trasatlánticos de las principales compañías de cruceros del mundo; o hasta “El Fortuna” que usó durante años la Casa Real.
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