Por Antonio Medina Trejo
@antoniomedina41
El Papa Francisco ha declarado recientemente que la homosexualidad “no es delito…” pero “… sí es pecado”. Esa postura del jerarca católico es positiva en cuanto al rechazo que debe haber frente a la criminalización de la homosexualidad en más de 70 países, ocho de ellos con pena de muerte; no obstante, refrenda la idea decimonónica del “pecado nefando” que proviene de estigmas milenarios causantes de violencia y estigmatización en contra de las personas LGBTI+.
La declaración del pontífice se suma a otras que ha planteado en diferentes momentos sobre la diversidad sexual, en las que coquetea con la idea de la aceptación de las disidencias sexuales, pero en el fondo no dejan de ser declaraciones políticas que mantienen intactos los dogmas de su iglesia sobre la homosexualidad.
La primera vez que Francisco se refirió al tema de la diversidad sexual en su pontificado fue en el avión papal cuando regresaba de Brasil en 2013, donde externó a los periodistas que ante una persona gay, “quién soy yo para juzgarlo”.
En aquella ocasión esa postura se leyó como una apertura a favor de la diversidad sexual por parte del Vaticano, no obstante, en otras declaraciones Francisco ha reforzado la visión de la institución que representa, la cual rechaza la homosexualidad por considerarla contraria al “mandato divino” de la sexualidad, que, según sus documentos, debe ser heterosexual y responder a la función biológica de la procreación.
Otra acción del pontífice que llamó la atención al movimiento de la diversidad sexual fue en 2015 cuando vetó al embajador ante el Vaticano designado por Francia. En su momento, activistas franceses sostuvieron que el veto se debió a la orientación sexual del diplomático francés. Tiempo después recibió en una audiencia a una pareja lésbica, y en 2021 el Vaticano se desmarcó de la organización española Verdad y Libertad que practicaba las terapias de conversión.
En 2021 activistas LGBT plantearon al Vaticano la posibilidad de que la Iglesia católica pudiera bendecir uniones entre parejas del mismo sexo, tal como lo hace la Iglesia anglicana, a lo que Francisco respondió que su iglesia no puede hacer tal cosa “…porque Dios no puede bendecir el pecado”. Esa misma visión del Papa argentino fue la que sostuvo en su país en 2010 cuando era arzobispo de Buenos Aires y se discutía la ley de matrimonio igualitario.
Pero esa postura tan criticada contrastó con la que externó en 2021 en el documental Francesco, donde planteó que la gente homosexual “tiene derecho a estar en una familia… son hijos de Dios y tienen derecho a una familia… nadie debería ser expulsado por sentirse miserable por ello”.
Es claro que Francisco juega con esa ambigüedad, pues en su reciente declaración a AP, como las anteriores, la ha dado en momentos coyunturales de su misión pastoral. Relativiza la noción de pecado que sostiene su iglesia, aunque valora la ley civil que rechaza la criminalización de la homosexualidad. En tanto, ha defendido el derecho de las personas a unirse civilmente, pero no a casarse bajo la denominación de matrimonio, ya que ese concepto es un sacramento de su iglesia que está destinado sólo para parejas heterosexuales con el fin de procrear.
La polémica que se ha generado con las recientes declaraciones de Francisco se dan en el contexto de un viaje que hará a la República Democrática del Congo y a Sudán del Sur a finales de enero, donde obispos católicos tienen posturas muy radicales en contra de la homosexualidad. Ante ello, da la razón (desde el punto de vista de los dogmas religiosos) que es pecado ser homosexual, pero les deja claro que la criminalización no es buena, y, por tanto, la rechaza.
En este sentido, queda la pregunta sobre si puede significar un avance, o no, la postura papal sobre la homosexualidad. En diversas redes sociales de activistas LGBTI+, molesta la poca claridad de Jorge Mario Bergoglio, más cuando ha dicho que la llamada “ideología de género” (que grupos conservadores han usado como caballito de batalla en contra del movimiento feminista y de la diversidad sexual) … pretende colonizar a las familias” e influirlas para aceptar las relaciones entre personas del mismo sexo.
Para fray Julián Cruzalta, el Papa ha sido asertivo al hablar del ámbito civil de los pecados, y en este caso, el avance radica en que desde la voz del papal se diga claro que “la homosexualidad no es un delito”. En tanto, el activista argentino Esteban Paulón, sostiene que Francisco “relativiza su postura sobre la homosexualidad”, pues sólo se trata de “declaraciones dirigidas a muchas audiencias al mismo tiempo pero que en términos prácticos no tienen mayor consecuencia. No hay un cambio concreto en doctrina y acción por parte del Estado Vaticano”.
Sin duda, la voz del papa tiene impacto en la percepción social sobre la homosexualidad. Significa un avance que sostenga la reflexión de un tema que su iglesia se ha negado a entender con base a los derechos humanos logrados en occidente. Sus antecesores fueron herméticos y soberbios para con la diversidad sexual. Francisco se arriesga sin distanciarse en demasía de los preceptos de la institución que lidera.
Sea lo que fuere, y más allá de lo que diga el Papa, para el movimiento de la diversidad y quienes creen en los derechos humanos en todo el mundo, la homosexualidad no es pecado ni delito. La lucha continuará para lograr derechos, libertades y erradicar todas las formas de discriminación y violencia en contra de quienes no son heterosexuales.
- Artículo publicado el 28 de enero 2023 en Confabulario de El Universal